miércoles, 7 de marzo de 2012

EL KUNUMI - MERCEDITAS - chamame - MARTÍN Y KUNUMI

EL KUNUMI - TERCER ANIVERSARIO DE LA REGIONAL YTUSAINGO - febrero 2012

ESLABÓN ENTRE DOS MUNDOS

Por: Luis Verón – Publicado en ABC Color 16-02-2012

     Hace 80 años, una niñita aché fue adoptada por un etnógrafo francés que la crió y educó como una niña cualquiera del mundo civilizado. Fue bautizada con el nombre de Marie Yvonne Vellard y se convirtió en una importante científica.




     En julio de 1950, la Unesco emitió una declaración –redactada por veinte de los principales biólogos, genetistas, fisiólogos, sociólogos y antropólogos del mundo– en la que se denunciaba la falsedad del odioso mito racial.


     Aquel importante documento, emitido el 20 de julio de 1950, afirmaba que: “En el estado actual de nuestros conocimientos no hay nada que aporte una prueba concluyente de que los grupos humanos difieren entre sí por sus caracteres mentales innatos, trátese de la inteligencia o del temperamento. La ciencia demuestra que el nivel de las aptitudes mentales es casi igual en todos los grupos étnicos”.


     En qué se basaba la Unesco para realizar esa afirmación. En varios casos científicamente comprobados, uno de ellos el de nuestra compatriota Marie Yvonne Vellard. En 1932, el médico y etnógrafo francés Jean Vellard, científico del Museo del Hombre de París, realizó varias incursiones por las selvas suramericanas buscando contactar con civilizaciones silvícolas. Con ese propósito estuvo por el Paraguay recorriendo varios lugares de Caaguazú y Alto Paraná.


Un hostil encuentro
      Acompañado de guías locales, ingresó en las entonces casi impenetrables selvas del Alto Paraná y, hace 80 años, logró su propósito de acercarse a una de las tribus más misteriosas que entonces poblaban el país: los aché, más conocidos como guayakí.


     El encuentro no fue muy amable; una nube de flechas respondió a sus gestos de acercamiento. Los guías paraguayos que acompañaban a Vellard respondieron al ataque  rompiendo un nutrido fuego con sus armas, haciendo que los indígenas huyeran raudamente hacia los matorrales, abandonando sus hachas de piedra y sus inmensas flechas de punta tallada a manera de sierra.


     Los paraguayos siguieron a los aché hasta lo más profundo de la selva y, algunas horas después, regresaron trayendo un increíble botín. Suspendido de un trozo de madera, traían un pequeño ser que Vellard, en un primer momento, creyó que era un pequeño monito. Cuando los guías se acercaron, se dio cuenta de que aquel bulto colgante era un ser humano, una arisca niñita aché, atada de brazos y pies al madero y amordazada para poder trasladarla con facilidad.


Quiénes eran los aché
     Hace como 40 años, los indígenas aché empezaron a salir masivamente de los montes del Caaguazú y Alto Paraná, forzados por la paulatina pero constante incursión de la población blanca en sus dominios.


     Eran miembros de una cultura muy antigua y primitiva. Si bien hablaban guaraní como las tribus vecinas –mby’a o pai tavyterá–, eran nómadas, recolectores y cazadores, a diferencia de estos, que eran incipientes agricultores y semisedentarios. Como toda horda nómada, sus bienes se limitaban a lo imprescindible, nada de cosas superfluas, como canastas hechas con fibras vegetales recubiertas de cera, algunos utensilios de hueso o piedra y cuerdas.


     Sus chozas estaban hechas con palos y ramas, cuya fabricación no requería mayor trabajo y tiempo. Vivían recluidos en territorios casi inaccesibles, pues eran perseguidos por las otras tribus indígenas y por los blancos, quienes los mataban debido a sus incursiones “robando” los frutos de sus plantaciones. Todas esas situaciones les llevaron a ser extremadamente tímidos y desconfiados. Aún así, algunos eran capturados y tenidos como esclavos de haciendas y de colonos establecidos en aquellas entonces remotas regiones del país.


     En la época en la que el etnólogo Vellard visitaba aquellos confines, muy poco se sabía de su cultura y se los consideraba, con razón o sin ella, antropófagos y componentes de una tribu primitiva en un estado de inferioridad racial.


La cautiva y el fin de un mito
     “Los factores que han tenido influencia preponderante en el desarrollo intelectual del hombre han sido su facultad de aprender y su plasticidad. Ahora bien, esa doble aptitud constituye un rasgo común a todos los seres humanos. Constituye, de hecho, una característica específica del homo sapiens”, dice la Declaración sobre la Raza hecha por la Unesco, 18 de julio de 1950 y publicada dos días después.


     Siempre –y hasta ahora– el vulgo considera que los aché constituyen un pueblo de una cultura primitiva y de una raza inferior, casi animal. Fue en esas circunstancias que se dio la situación que probaba lo contrario. Que no era ninguna raza inferior. Que era igual a cualquier grupo humano civilizado.


     Movido por la compasión al ver a aquella niñita asustada, Jean Vellard compró de sus captores a la cautiva. En un primer momento, aquello fue una expresión más bien movida por un sentimiento compasivo. Más tarde, en momentos en que acompañaba al gran antropólogo Levi-Strauss por tierras americanas, fue que se preguntó y se preguntaron si no habrá sido que el azar le haya brindado la ocasión de demostrar cómo la educación y el medio cultural eran más poderosos que las llamadas leyes raciales, supuestas rectoras del desarrollo individual.


     Había bautizado a aquella niñita de dulce rostro y mirada afectuosa con el nombre de Marie Yvonne Vellard y a quien puso al cuidado de su madre, quien la crió exactamente lo mismo que lo hubiese hecho con una niña francesa.


     Cuenta el antropólogo Alfred Matreaux que cuando conoció a la niña aché ella “ya comenzaba a pronunciar algunas palabras en francés y se comportaba igual que los niños europeos de su edad. Con sus pómulos salientes y sus ojos tan negros, podía confundirse con una japonesita o una argentina de las provincias del Norte. A la edad de siete años, Marie Yvonne hablaba francés y portugués, haciendo preguntas sobre la mitología griega”.


     Contaba, además, que el arte entre los guayakí se limitaba a la decoración de las armas, de las calabazas y algunos otros implementos mediante rayas y puntos. “Marie Yvonne, sin embargo, comenzó a dibujar desde muy niña y sin que nadie le enseñara a ello”.


     Para sorpresa del mundo científico, según lo señaló un estudioso europeo que siguió de cerca la evolución de Marie Yvonne desde el día en que llegó a Lima, donde residió casi toda su vida, la niña llegó a parecerle hasta “superior a la mayor parte de las muchachas blancas de su edad”, pues llegó a destacarse en todas las asignaturas que estudiaba en el colegio. Como estudiante de Biología, era una eficiente ayudante de su padre adoptivo en los trabajos de laboratorio.


Igual que cualquier hijo de vecino
     Marie Yvonne Vellard fue educada exactamente lo mismo que lo hubiera sido una muchacha blanca y ni siquiera llegó a importarle alguna diferencia en el color de su tez. Con los años, Marie Yvonne Vellard se convirtió en una hermosa e inteligente joven, producto del medio cultural. Su caso fue uno más de centenares de historias de niños trasplantados de un medio cultural determinado antes de que tuviera suficiente edad para haber sido influenciado por él y en el que se asimilaba perfectamente.


     “Como todos los seres humanos –dice Metraux– posee aptitudes innatas, pero ninguna puede considerarse como exclusiva de la raza de que procede. La lección que nos enseña el caso de Marie Yvonne –señalaba hace medio siglo– no es otra que la siguiente: todos los seres humanos de inteligencia normal pueden participar en cualquier forma de civilización. E ilustra una de las afirmaciones esenciales contenidas en la Declaración de las Razas hecha por la Unesco: El mito racial impide el desarrollo normal de millones de seres y priva a la civilización de la cooperación eficaz de las mentes creadoras”.


     Esa prueba la dio una niñita oriunda de las selvas paraguayas, hace 80 años.

 
     Leer el original de el Eslabón entre dos mundos, en (http://www.abc.com.py/nota/eslabon-entre-dos-mundos/)

Presentación de audiovisual sobre antiguas costumbres Aché




 Con apoyo de la Secretaría Nacional de Cultura,  el próximo jueves 8 de marzo será presentado un video documental sobre costumbres antiguas de los Aché. La proyección se hará a las 9.30 horas en el tinglado Municipal de la ciudad de Curuguaty, en coincidencia con la Expo de esa localidad. Dicho material surge en el marco de un proyecto de rescate de la Lengua y la Cultura Aché.
El proyecto denominado “RESCATE DE LA LENGUA Y LA CULTURA ACHÉ POR SU PROPIA COMUNIDAD, CAPACITACIÓN ORIENTADA AL FORTALECIMIENTO DEL PATRIMONIO ÉTNICO”, cuenta con el apoyo de los Fondos de Cultura para Proyectos Ciudadanos de la Secretaría Nacional de Cultura de la Secretaría Nacional de Cultura.

El audiovisual NONDJEWAREGI / COSTUMBRES ANTIGUAS registra, en 27 minutos, la palabra de la abuela Petrona Mbeipugi, quien, recorriendo por el monte junto a su marido y el líder, Zenón, o en la comunidad, relata diferentes costumbres antiguas, muchas de ellas ya abandonadas, como ser el procesamiento íntegro de una palmera; el BAÑO DEL KMATA, baño y masaje medicinal; cuidados del recién nacido; el DJEICHA BOVO, ritual de iniciación tanto para niñas que se vuelven señoritas como para varones que crecen, y enseña a realizar el PEKA (pantalla), etc.

Así mismo, el TÕ MUMBU es relatado en la palabra del abuelo Julio Tykuarangi, quien relata el antiguo encuentro que era el Tõ mumbu, en el que se solían ajustar cuentas viejas entre los hombres. Este ejercicio era regulador de la armonía y “paz” del grupo o de los distintos grupos Aché que merodeaban un lugar cercano. El Tõ mumbu se dejó de practicar inmediatamente los Aché abandonaron el monte y su vida tradicional. El abuelo Julio participó en varios Tõ mumbu antes de dejar el monte.

En el marco del mencionado proyecto, se han producido también:
  • Una muestra de fotografías denominada "Ache chã’ã matã byre / Autorretrato Aché", en la que 8 fotógrafos, uno por cada comunidad (en algunos casos participan dos fotógrafos) retrataron la vida cotidiana de las comunidades Aché del Paraguay, durante un año y medio. La misma fue exhibida con apoyo de la SNC en el festival "Mes de la fotografía en Paraguay 2010", organizado por el colectivo Ojo Salvaje. Y posteriormente exhibida en otros 5 espacios públicos más.
  • La publicación del libro "DJARY PURANGI EMI DJAMOGI WYWY EKWAWE / RELATOS DE LAS ABUELAS Y ABUELOS ACHÉ", en el que se compilan 16 historias de vida de abuelos y abuelas Aché, transcriptas en aché, traducidas al castellano e ilustradas con fotos de antropólogos que a lo largo de los últimos 40 años han trabajado junto a los Aché, y fotos actuales hechas por los fotógrafos Aché y de la responsable del proyecto, Tamara Migelson.
    En este momento, gracias a un subsidio otorgado en marzo de 2011por los Fondos Concursables, se han adquirido 2 videocámaras de alta resolución, se capacitaron 6 videastas aché, y se produjeron dos materiales documentales, subtitulados en aché y castellano.
Sobre el proyecto de Rescate de la Lengua y la Cultura Aché
El pueblo Aché se ha propuesto continuar viviendo su lengua y su cultura. Con ese objetivo, integrantes de las comunidades Aché del Paraguay se agruparon, de hecho, en el Centro de Comunicación y Cultura “Ache-djawu / palabra-Aché”, y diseñaron, junto a profesionales de la cultura, el proyecto “Revitalización de la lengua y la cultura Aché por su propia comunidad, capacitación orientada al fortalecimiento del patrimonio étnico”, con el fin de generar redes entre las seis comunidades que conforman su pueblo, desarrollar sus propias publicaciones y producir materiales educativos en Aché.

Así, sus quinientos niños estudiarán en su lengua y todo el pueblo –compuesto por unas 1.500 personas- podrá ver ese patrimonio reunido, leer sus relatos o escucharlos.De esta manera se planteó una “urgencia” histórica, ya que tras cuarenta años de adaptación compulsiva a los modos de vivir occidentales, los ancianos y ancianas que vivieron la experiencia de la cultura plena en el monte y que hablan la lengua Aché “original” tienen hoy más de sesenta años y pueden testimoniar sus vidas, sus formas de significar y su cultura.

Surgió la necesidad imperiosa de recoger su legado en peligro y unir estos relatos en materiales impresos y audiovisuales para fortalecer la lengua y la cultura Aché. Generar ingresos para las comunidades no es un objetivo menor, ya que con estos materiales también se busca que las comunidades puedan dirigir los fondos adonde consideren más necesario.

Se formaron equipos de trabajo en cada comunidad, integrados por profesores y estudiantes Aché, quienes documentaron los relatos de las abuelas y abuelos, los transcribieron y tradujeron al castellano y los fotógrafos que, además retrataron la vida de la comunidad. Al mismo tiempo, otro equipo trabajó en Asunción en la compilación de los materiales fotográficos producidos acerca de los Aché en los últimos 40 años; la realización “industrial” de los materiales; la búsqueda de fondos y el establecimiento de alianzas y gestión de capacitaciones.

El presente material es el resultado de un trabajo autogestionado e independiente de cualquier institución religiosa, política o educativa, estructurado alrededor de la elaboración de contenidos culturales propios, la comunicación, la defensa y la lucha por la aplicación de los derechos de los pueblos originarios.



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