Buenos Aires, 13 de agosto (Télam, por Jorge Boccanera).- Tras una larga historia de postergación y una polémica no exenta de idas y venidas, se debate en el Parlamento de Paraguay el proyecto de Ley de Lenguas, con el fin de que se declare lengua oficial al guaraní, en igualdad de condiciones con el castellano.
"El poder funciona en español, y a excepción de la época de las misiones, siempre ha excluido y aplastado al guaraní", sostiene la escritora Susana Delgado -una de las propulsoras del proyecto y autora de una copiosa obra literaria- quien añade que "el guaraní es hablado por el 86 por ciento de la población y por un 27 por ciento de monolingües en guaraní".
Aclara, además, que la actual administración del presidente Fernando Lugo "ha asumido el tema y podría decirse que está empezando a construir esa política, con la comunidad cultural".
Si bien nunca hubo una política lingüística en Paraguay -"apenas atisbos"- el guaraní fue reconocido en 1992 como lengua oficial, aunque "se quedó en la intención, pendiente de una reglamentación que no se realizó nunca. No llegó a ninguno de los poderes del Estado. Aunque en el terreno educativo se echó a andar una Reforma que ha hecho camino de forma variada y fuertes polémicas".
El consenso alcanzado por La Ley de Lenguas llega luego de varios anteproyectos que nunca prosperaron, con sectores que mantenían fuertes diferencias respecto a la escritura de la lengua, una de las razones que todavía hoy esgrimen los parlamentarios relegando la propuesta de ley de lenguas.
Respecto a los plazos para que se concrete esta ley, señala Delgado que el anteproyecto está dentro del plazo del tratamiento hasta el martes próximo y que luego de seguir su curso pasaría a diputados en caso de lograr la media sanción del Senado.
El paso final corresponde al Presidente de la República.
Delgado explica que no todos están a favor de dicha ley. Los que se oponen, dice, "se identifican con un sector siempre insensible a las reivindicaciones lingüísticas, de una clase social en la que el guaraní tiene escasa penetración, que defiende solo el valor del español o de otra lengua considerada de mayor prestigio".
Autora del libro de relatos "La sangre florecida" y varios libros bilingües de poesía como "Antes del olvido" y "Palabra en dúo", Delgado agrega que "lamentablemente, entre los parlamentarios hay un número importante de personas de este sector, que no hablan siquiera el guaraní y no muestran comprensión de la problemática lingüística".
Esa realidad está atravesada por la paradoja de un país que habla una lengua no reconocida en los hechos como oficial. "Por un lado una de las lenguas americanas que ha sobrevivido con mayor vigor, y por el otro un marcado desprestigio y una fuerte discriminación que sufre esta misma lengua", resalta.
"El guaraní, una lengua mayoritaria sometida por una lengua minoritaria y dominante, está excluida no solo de los documentos oficiales y los medios de comunicación, sino en terrenos como la justicia y la salud. Y fue relegado mucho tiempo con la excusa de ser una lengua originalmente ágrafa o indígena, pero hoy ya no lo es, aunque yo defiendo el legado indígena", especifica.
Con la ley aprobada, se piensa crear una Academia de la Lengua Guaraní, adelanta la escritora, "una de las necesidades más sentidas para terminar con las interminables discusiones sobre la gramática y la escritura del guaraní".
La misma Ley permitiría proteger, además, numerosos idiomas originarios del Paraguay ya que "sobreviven unas veinte lenguas indígenas que pertenecen a cinco troncos lingüísticos diferentes".
"El tronco guaraní, perteneciente a su vez a la gran familia Tupí-Guaraní, abarca las lenguas correspondientes a los Mbyá, los Avá Guaraní, los Pãi Tavyterá, los Guarayo, los Guaraní Ñandéva y los Aché Guayakí, a los que se agrega el denominado `guaraní paraguayo` hablado por la mayoría de la población del país".
Las otras familias lingüísticas son las de los Lengua Maskoy, los Mataco Mataguayo, los Zamuco y los Guaicurú, diseminadas en el Chaco. Algunas de ellas en peligro de extinción.
En este sentido la Ley de Lenguas prevé mecanismos de defensa y la creación de una Dirección de Protección y Promoción de las Lenguas Indígenas, para atender esta sensible y compleja problemática.
En apoyo de esta ley se está realizando una campaña nacional e internacional a la que han respondido miles de personas y prestigiosos investigadores de la lengua y la cultura guaraní, como el alemán Wolf Lustig y el norteamericano Tracy Lewis.
Hay una cosmogonía latiendo detrás de la ley, es la historia narrada en el libro sagrado de los guaranís "Ayvu Rapyta", que está detrás de muchas cosas que hacemos al hablar de la lengua y en la búsqueda de dignificar la palabra".
Muchos opinan que el guaraní ha llegado a esta altura de los tiempos con esa vitalidad que asombra a los estudiosos, pese a las duras discriminaciones, "porque lleva en sí aquella herencia de la palabra-alma, el valor más alto de la cultura guaraní", concluye. (Télam).- jb-mc-gel13/08/2010 14:20
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