miércoles, 11 de enero de 2012

'Las escuelas mataron a las lenguas indígenas y no están capacitadas para devolverlas'

El docente avá guaraní Víctor Tolaba, de la Comunidad Che Paravete de la provincia de Jujuy, critica la aplicación de la Educación Intercultural Bilingüe. Habla de la falta de preparación de los maestros, de los agentes educativos desconocidos por las instituciones, del saber linguístico de las familias indígenas, y de la importancia de generar un sistema de enseñanza para todas las culturas presentes en Argentina.


Muchos maestros o profesores comprometidos con las realidades del alumnado proveniente de pueblos indígenas, intentan desde la educación pública revigorizar las lenguas y culturas originarias. Sin embargo, se encuentran con las limitaciones propias de un sistema que, si bien tuvo avances, muchas veces responde a la lógica ideada por Domingo Faustino Sarmiento en el siglo XIX (“homogeneizar la población”), con el racismo solapado de los directivos o con sus propias restricciones por desconocer en profundidad las cosmovisiones ancestrales. Esta cuestión se presenta a pesar de que en Argentina se reconoce la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) y existen diversas instituciones en el país que trabajan bajo esta modalidad.

En diálogo con Indymedia, el educador Víctor Tolaba cuestiona la aplicación de la EIB: “no se implementa, hay mucha repitencia y deserción escolar y puedo hablar de algunos casos donde hay maltrato psicológico”. “Si no se aplica es porque no es suficiente, no está bien clara”, explica el referente de la Comunidad Che Paravete ubicada en la localidad de Barro Negro, departamento de San Pedro.

“La escuela ha hecho lo que quiso con nuestros niños y jóvenes”, dice Víctor, y precisa: “ha sido la generadora de extirpar las lenguas indígenas, la causante de los suicidios lingüísticos en toda nuestra Argentina y en muchos países de Latinoamérica”.

Categórico, el maestro originario afirma: “la escuela es aquella que está preparada hasta hoy en día para matar a todas las lenguas indígenas. Y no está preparada, bajo ningún sentido, para devolver las lenguas indígenas, para nada”.

Uno de los problemas fundamentales para él es que los docentes no están capacitados. “No entienden la lengua indígena, entonces cómo van a explicar”, argumenta, y ejemplifica con la situación de su pueblo originario: “Las materias pilares son lengua y literatura, y matemática. Como (…) no sabe la contabilidad guaraní, baja los contenidos hegemónicos que él ha aprendido. No es traducir la matemática, es otra forma de contar. El docente termina clasificando con notas hegemónicas que son ajenas a nuestros pueblos y con contenidos que también son ajenos”.

“No niego que haya buena voluntad de gente que está trabajando, pero falta”, agrega, y alerta: “Espero que se haya dejado de golpear, a mi y a otros chicos (…) nos golpeaban porque no entendíamos esa forma de matemática”. Esta situación de hostigamiento era aún más habitual en tiempos de su madre, que hoy tiene sesenta años, y fue expulsada de la escuela cuando era niña. Ella hoy está enseñando como capacitadora no formal en un establecimiento de una comunidad guaraní. Algo de a poco está cambiando, a pesar de todas las dificultades.

Víctor explica que fuera de la institución, las comunidades tienen sus “agentes educativos”. “Están los sabios, los ancianos, los mismos padres que trabajan con la agricultura u otros poco que están pescando o cazando. Es otra forma de educar”, agrega. “Parece ser que la sabiduría está en un aula de 4 por 4 y no está ahí”.

El saber lingüístico actual de las familias indígenas es desconocido por los colegios. “Hay chicos que son trilingües porque hay familias que se han juntado; por ejemplo kolla con guaraní, avá guaraní con los tupí o los tapiete, entonces tienen otros sonidos u otra forma de hablar”, describe. Sin embargo, a juicio del educador guaraní, “la escuela ha ignorado todo este saber, toda esta planificación familiar que han hecho las mujeres, los padres, que viene construida desde muchos años”.

Para Víctor la idea detrás de la modalidad EIB debería ser el diálogo. “Hoy parece que hablar con un indio es hablar con alguien que no sabe, y todo lo contrario, sabe mucho”. Sin embargo, “cuando hay ignorancia parece que hay miedo y cuando hay miedo se usa el poder”. En las aulas hoy puede haber paraguayos, bolivianos, chilenos... ¿Cómo llegamos a ellos? "Entendiéndose, no imponiendo un modelo único del Estado. Somos una diversidad, aquí estamos indios y no indios. Tiene que haber una educación para todos”.

Tolaba continúa: “ya no se puede hacer una vereda para el karai (blanco) y la calle para el indígena. Es retroceder muchos años. Hay que hacer un intercambio de conocimientos, de sabidurías y de fundamentaciones propias, que tienen que ver con el estar bien, con el buen vivir, con sensibilizarse y sentirse con el otro, con no despreciar”.

Por ejemplo: en su pueblo, si llega alguien de afuera, “le damos de comer, se puso cómodo, descansó y después le preguntamos recién quién es usted. En cambio aquí (en la ciudad) hay rejas, hay puertas, no podemos tener ese diálogo”, explica. “¿Nosotros cuándo hemos negado el diálogo? Nuestros pueblos ya somos interculturales y pluriculturales”, concluye.

Entrevista realizada en el marco de las Jornadas de Lenguas y Culturas Indígenas llevadas a cabo el miércoles 5 de octubre en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

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