Fuentes: www.sur.elargentino.com
http://elkunumi-guarani.blogspot.com/
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En Villa Bermejito, un indígena qom fue asesinado y arrojado al río. Su cuerpo fue devorado por las temibles palometas
La última vez que lo vieron completo, Alberto Galván sonreía. Ese mediodía –el del viernes 21 de enero– lo habían invitado a comer un asado. No se supo nada más de él por cuatro días. El martes sólo encontraron la cabeza y el torso. Las pirañas del río Bermejo lo habían devorado.
Galván era jornalero y pertenecía a la comunidad toba qom que vive en el Paraje El Colchón, cerca del Impenetrable, el monte chaqueño. Tenía 32 años, un hijo de tres años y una mujer embarazada. La mayoría de los tobas de la zona sufren desnutrición y trabajan de changas para mantener sus hogares. Galván trabajaba criando vacas en el campo. La localidad chaqueña más cercana tiene una realidad distinta. Villa Bermejito –a 350 kilómetros de la capital de la provincia, Resistencia– es una zona turística. En verano se abren los balnearios donde se practican en el río deportes como pesca, sky acuático y se navega en catamarán y lanchas.
El jornalero toba no aparecía y el lunes 24, los vecinos de la comunidad tomaron la comisaría de Villa Río Bermejito para que la policía actúe. Tenían información: una persona decía haber sido testigo del crimen. Vio cómo tres hombres cargaron a Galván de las piernas y de los brazos hasta la Rivera del río. Lo pararon en la altura del Club de Pesca Los Tobas y le dispararon dos tiros en la cabeza. El testimonio llegó a oídos de Vicente Galván, el hermano del asesinado. Al principio, los efectivos se negaron a tomar la denuncia. “Le dijeron que si aparecía vivo después iba a tener que pagar 75 mil pesos por falsa denuncia”, contó el vecino qom Julio Viyen Leiva. Al día siguiente lo fueron a buscar y empezó con el rastrillaje en el río. La fiscal de Investigación Penal de Juan José Castelli, Juana Rosalía Nis, detuvo a los tres sospechosos. Pero a los pocos días los soltó.
Los diarios locales –Informe Chaco y Diario Norte– dieron otra versión de su muerte. Según ellos, Galván le habría robado a una turista una billetera con 50 pesos. En el intento de fuga, tres hombres lo habrían corrido. Para escapar, Galván se tiró al río y se ahogó. “Es una mentira, es todo lo contrario –explicó Félix Medina, el líder de la comunidad Qom de la zona, a Miradas al Sur– lo mataron hombres blancos, criollos”. Los últimos días de enero, 700 tobas autoconvocados se reunieron en asamblea y decidieron difundir el caso.
Lo último que se supo de él es que se fue a almorzar. A las 11 de la mañana lo invitó su patrón a comer asado y a tomar vino. El hombre se apellida Gómez y aunque no se sabe su nombre real, todos lo llaman Justo. Alberto solía ayudarlo con la despensa y también en los campos de su propiedad. Los tobas de la zona sospechan que Justo cometió cuatro asesinatos.
La autopsia no señaló violencia. Los resultados fueron precarios: el cuerpo –parte del torso y la cabeza– estaba descarnado. Las palometas son carnívoras, comen hasta dejar sólo el esqueleto de su víctima. No muerden porque sí: atacan si hay sangre. Los restos de Galván estaban desnudos. Lo reconocieron por la cara, que no fue mordida. El comisario Héctor Oscar Gauna explicó que en el cadáver “no se encontró nada que signifique un ataque o que haya sido golpeado”.
Una mujer toba filmó con su cámara el procedimiento. Según ella, el video muestra que al cadáver le faltaban las piernas y los brazos y que tenía dos costillas fisuradas.
“Nuestro pueblo es chico y todos nos conocemos –opina el ingeniero forestal Rolando Ariel Teves– pero es muy común en nuestra zona hechos similares que nunca se resuelven o por lo menos quedan poco claros.” Y agrega: “El informe del forense dice que no hubo violencia, pero todo es muy sospechoso”. Todavía falta esperar el resultado del pantalón de Galván, que está siendo analizado en Resistencia.
Seguidilla. No es la primera vez que aparece muerta una persona de manera sospechosa en Villa Bermejito. Alvino Claudio murió en una escena similar. El año pasado lo invitaron a una fiesta y unos criollos lo mataron a cuchillazos. En 2001 un joven de apellido Alberto fue asesinado y colgado en el monte. Los vecinos dicen que su asesino también fue el comerciante Justo Gómez.
La joven toba de 15 años, Lizia Noelia Pérez, fue violada por tres hombres criollos en 2003. El abuso fue en una plaza del poblado chaqueño El Espinillo. Llegó sola a la comisaría para hacer la denuncia, sin avisarle a familiares ni amigos. La hicieron esperar parada y fue maltratada y humillada por el personal policial y del centro de salud. Pudo salvar su vida, pero por un tiempo no volvió a la escuela. Sus agresores, fueron absueltos de culpa y cargo.
“No hay justicia para el pueblo originario”, repite el líder qom Medina. El 23 de noviembre la policía de Formosa asesinó a un hombre qom. Roberto López era miembro de la comunidad La Primavera. Cortó la Ruta Nacional 86 junto a sus compañeros, en reclamo de las tierras ancestrales de la provincia.
“Las tierras que tiene la comunidad toba qom son comunitarias, a título colectivo y no se pueden parcelar –cuenta Leandro, integrante de Lalacnaqom–. De las 150 mil que recibieron en 1999, 10 mil están ocupadas por criollos.” El desalojo del lugar desató una represión que terminó con su vida. Ese día hubo otro saldo: tres indígenas detenidos, quema de casas, colchones, bicicletas de niños y documentos.
El miércoles 2 de febrero la comunidad se volvió a organizar en asamblea. Los acompañó la diputada provincial de origen toba Inocencia Charole, integrante de la Secretaría de la Mujer del Instituto del Aborigen Chaqueño (Idach). A mano alzada votaron seguir investigando el asesinato de Galván.
El intendente Villa Río Bermejito, Lorenzo Heffner habló por radio. No habló de la muerte del jornalero qom. Se quejó de igual manera por las protestas de los qom en la zona y de la presencia de las palometas en el río. Hasta aconsejó a los turistas no ir a la playa este verano porque el río estaba feo. Lo desmintió el subsecretario de Turismo de Chaco, Ignacio Saife, “siempre existieron, pero es algo normal de nuestros ríos, es cuestión de la naturaleza”. Las mismas pirañas devoraron a Galván, y no dejaron rastro alguno del crimen.
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