El BASILISCO
Este rarísimo mito es también es de origen universal, que de la misma forma que la mayoría de los que hasta hoy existen en la memoria popular nos llegó de la boca de los conquistadores. Quiere decir entonces, que los mitos con vigencia folclórica en algunos lugares de nuestra provincia, pero que no tienen raíz guaraní. Es un mito horrendo que nace del huevo del gallo o de la gallina vieja de siete años que canta como gallo y pone un huevo diminuto en cualquier lugar de la casa, por eso, si encontramos este huevo hay que proceder a quemarlo de forma inmediata antes de que pasen 24 horas porque después de eso el basilisco ya habrá nacido. La versión más semejante a la universal considera al basilisco como un escuerzo de patas muy cortas, cabeza y ojos extremadamente grandes y brillantes, sin cola y un marcado color parduzco que durante el día vive escondido en los huecos de los árboles secos, entre el techo de paja de los ranchos, alguna cueva de la de la casa, o en algún rincón de trastos viejos y durante la noche sale a caminar al patio a comer flemas volviendo tuberculoso al expectorante. El antídoto contra éste es simplemente un espejo, si uno llegara a encontrarse con él hay que mostrarle inmediatamente un espejo en el que se refleje, ante el cual, con horrendo chillido se derretirá, luego hay que echarle aceite y grasa en el lugar en que se derritió y luego encender fuego en el lugar de su desaparición, que con eso durará 24 horas como mínimo para que se aleje definitivamente la maldición.
Extracto del libro "Mitos Guaraníes" de Miguel Raúl López Breard
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