INFORME EXTRAÍDO DE: http://argentina.indymedia.org/news/2013/06/841251.php
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“Son traidores como Félix Díaz”, le dijo el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas a una comunidad mapuche que reclama su personería jurídica. En medio de una disputa entre dos grupos hegemónicos dominantes, las organizaciones indígenas que se oponen al modelo agropecuario del monocultivo, la explotación petrolera, la minería a cielo abierto o el desarrollo turístico son planteadas como “traidoras”. ¿Traidoras a quiénes?
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Por Marcelo Musante, sociólogo, integrante de la Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena en Argentina (*)
Otra vez el Estado vuelve a definir quiénes son las comunidades indígenas amigas y cuáles las enemigas. Y a partir de esa línea discursiva demarcatoria se definen acciones. Los beneficios para la construcción de una radio o una salvaje y brutal represión. El mismo Estado, como un monstruo de dos cabezas.
O para no ser simplistas, no es el mismo y único Estado. Es más bien un entramado complejo burocrático con distintas instancias de ejercicio del poder en el que en cada piso de la pirámide abre la misma pregunta clave: ¿son amigos o “traidores”?
Así respondió el INAI, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, al lof mapuche Tuwun Kupalmeo Maliqueo cuando, ayer, 16 representantes de la comunidad se acercaron a reclamar por el otorgamiento de su personería jurídica. Son “traidores”. “Traidores como Félix Díaz”, le dijeron.
La comunidad Mapuche Maliqueo es de la zona de Aluminé en la provincia de Neuquén. En el 2008 fueron desalojados por Pedro Laurentino Duarte, un ex juez federal de la dictadura militar devenido terrateniente. Igual que muchos otros. Y que para reprimirlos tuvo el apoyo de la policía provincial. Como siempre.
Dos años antes, desde 2006, se encuentra en vigencia la ley 26.160 que declara “la emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas originarias del país”. Es decir, debe suspenderse todo tipo de desalojos hasta tanto no se haga un censo en el que participen las propias organizaciones indígenas.
Pero esa ley nacional, su correcta aplicación, choca contra los intereses locales. Choca, se estrella, se deshace.
Félix Díaz reclama por su justa implementación en La Primavera, en Formosa. Entonces es un “traidor”. Un traidor a Gildo Insfrán, gobernador de la provincia.
La comunidad Tuwun Kupalmeo Maliqueo reclama su implementación en Neuquén. Entonces son “traidores” a Jorge Sapag, gobernador neuquino alineado al gobierno de Cristina Fernández. Igual que Insfrán.
El lof Tuwun kupalmeo Maliqueo se encuentra constituido hace un centenar de años pero igual se tomó el trabajo de completar los requerimientos administrativos necesarios para ser incorporada en el RENACI, el Registro Nacional de Comunidades Indígenas. Pero no alcanza.
Los pueblos indígenas en nuestro país primero deben demostrar que son argentinos (ni chilenos, ni bolivianos, ni paraguayos), después comprobar que son indígenas (y registrarse como tales), y ahora también deben confirmar que no son “traidores”.
Antes de la campaña militar de Julio Argentino Roca, el Estado argentino iba definiendo qué grupos indígenas podían ser considerados amigos o enemigos. Con los amigos se hacía un pacto de no agresión que, enseguida, el propio Estado iba rompía unilateral y militarmente. Los amigos se convertían pronto enemigos.
Lo mismo sucedió en el norte. Los “indios amigos” eran los que aceptaban (en una completa desigualdad de fuerzas) ser corridos hacia tierras que el Estado no necesitaba. Con los años, cuando esos territorios tomaran valor los indígenas amigos serían vistos como ocupantes indeseables de tierras destinadas al progreso de la patria.
Ser amigo o enemigo implica la posibilidad de “dejar vivir” o “hacer morir”. Por estos tiempos, como dicen en el INAI, la palabra enemigo cambió por la de “traidor”.
Entonces se reprime a los “traidores” de Santiago del Estero, a los de Tucumán, a los de Chaco, a los de Formosa, a los de Misiones, a los de Neuquén. A los Cristian Ferreyra, Javier Chocobar, Ely Juárez, Roberto López, Miguel Galván, Imer Flores, entre otros. Todos indígenas, todos campesinos. Todos en los últimos cuatro años.
Pero este listado de muertos tampoco aparece escrito en los medios opositores al gobierno. Tampoco les importan porque esos indígenas, para ellos, también son “traidores”. Traidores al modelo agropecuario del monocultivo, la explotación petrolera, la minería a cielo abierto o el desarrollo turístico.
Y es entonces cuando esos grupos antagónicos, enfrentados, que parecen representar dos modelos opuestos encuentran lugares comunes.
Es cuando definen la división entre amigos y “traidores”. Pero la definen en silencio. La definen omitiendo. Si no se dice, si no se muestra, no sucede. No hay que negarlo, hay que no contarlo.
Entonces los “traidores” quedan a merced de patotas parapoliciales y de caudillos provinciales impunes, lo que significa colocar a las comunidades indígenas “traidoras” contra una especie de pelotón de fusilamiento. Porque los que tienen el poder político, económico y las armas, cada tanto suelen repetir una frase vieja como el tiempo: “en este lugar, a los traidores: se los mata”.
Hace apenas un mes, en la localidad de Mal Paso, Santiago del Estero, la policía provincial puso de rodillas a personas de una comunidad Toconoté. Mientras tanto les apuntaban a la cabeza y detrás pasaban las topadoras arrasando con el monte. No salió en Telenoche. Tampoco salió en 678.
Justamente recién en ese programa de la tv pública -mientras esta nota se terminaba de escribir- decían que Félix Díaz era apenas “un sector minoritario de los Qom” sin reconocer muertos ni represiones. Y el presidente del INAI, Daniel Fernández, se jactaba de los avances en la política indígena sin mencionar ni una palabra de reclamo de la comunidad Maliqueo que se encuentra reclamando en las instalaciones de INAI por el otorgamiento de la personería jurídica.
Una de las tareas para la que fue creado ese organismo público, incluso, cuando las organizaciones sean consideradas “traidoras”.
Foto: Comunidad Maliqueo reclamando en la sede central del INAI
Video de Gonzalo Infante, Represión a la comunidad Tonocoté de Mal Paso, Santiago del Estero: http://goo.gl/AuKhr
Otra vez el Estado vuelve a definir quiénes son las comunidades indígenas amigas y cuáles las enemigas. Y a partir de esa línea discursiva demarcatoria se definen acciones. Los beneficios para la construcción de una radio o una salvaje y brutal represión. El mismo Estado, como un monstruo de dos cabezas.
O para no ser simplistas, no es el mismo y único Estado. Es más bien un entramado complejo burocrático con distintas instancias de ejercicio del poder en el que en cada piso de la pirámide abre la misma pregunta clave: ¿son amigos o “traidores”?
Así respondió el INAI, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, al lof mapuche Tuwun Kupalmeo Maliqueo cuando, ayer, 16 representantes de la comunidad se acercaron a reclamar por el otorgamiento de su personería jurídica. Son “traidores”. “Traidores como Félix Díaz”, le dijeron.
La comunidad Mapuche Maliqueo es de la zona de Aluminé en la provincia de Neuquén. En el 2008 fueron desalojados por Pedro Laurentino Duarte, un ex juez federal de la dictadura militar devenido terrateniente. Igual que muchos otros. Y que para reprimirlos tuvo el apoyo de la policía provincial. Como siempre.
Dos años antes, desde 2006, se encuentra en vigencia la ley 26.160 que declara “la emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas originarias del país”. Es decir, debe suspenderse todo tipo de desalojos hasta tanto no se haga un censo en el que participen las propias organizaciones indígenas.
Pero esa ley nacional, su correcta aplicación, choca contra los intereses locales. Choca, se estrella, se deshace.
Félix Díaz reclama por su justa implementación en La Primavera, en Formosa. Entonces es un “traidor”. Un traidor a Gildo Insfrán, gobernador de la provincia.
La comunidad Tuwun Kupalmeo Maliqueo reclama su implementación en Neuquén. Entonces son “traidores” a Jorge Sapag, gobernador neuquino alineado al gobierno de Cristina Fernández. Igual que Insfrán.
El lof Tuwun kupalmeo Maliqueo se encuentra constituido hace un centenar de años pero igual se tomó el trabajo de completar los requerimientos administrativos necesarios para ser incorporada en el RENACI, el Registro Nacional de Comunidades Indígenas. Pero no alcanza.
Los pueblos indígenas en nuestro país primero deben demostrar que son argentinos (ni chilenos, ni bolivianos, ni paraguayos), después comprobar que son indígenas (y registrarse como tales), y ahora también deben confirmar que no son “traidores”.
Antes de la campaña militar de Julio Argentino Roca, el Estado argentino iba definiendo qué grupos indígenas podían ser considerados amigos o enemigos. Con los amigos se hacía un pacto de no agresión que, enseguida, el propio Estado iba rompía unilateral y militarmente. Los amigos se convertían pronto enemigos.
Lo mismo sucedió en el norte. Los “indios amigos” eran los que aceptaban (en una completa desigualdad de fuerzas) ser corridos hacia tierras que el Estado no necesitaba. Con los años, cuando esos territorios tomaran valor los indígenas amigos serían vistos como ocupantes indeseables de tierras destinadas al progreso de la patria.
Ser amigo o enemigo implica la posibilidad de “dejar vivir” o “hacer morir”. Por estos tiempos, como dicen en el INAI, la palabra enemigo cambió por la de “traidor”.
Entonces se reprime a los “traidores” de Santiago del Estero, a los de Tucumán, a los de Chaco, a los de Formosa, a los de Misiones, a los de Neuquén. A los Cristian Ferreyra, Javier Chocobar, Ely Juárez, Roberto López, Miguel Galván, Imer Flores, entre otros. Todos indígenas, todos campesinos. Todos en los últimos cuatro años.
Pero este listado de muertos tampoco aparece escrito en los medios opositores al gobierno. Tampoco les importan porque esos indígenas, para ellos, también son “traidores”. Traidores al modelo agropecuario del monocultivo, la explotación petrolera, la minería a cielo abierto o el desarrollo turístico.
Y es entonces cuando esos grupos antagónicos, enfrentados, que parecen representar dos modelos opuestos encuentran lugares comunes.
Es cuando definen la división entre amigos y “traidores”. Pero la definen en silencio. La definen omitiendo. Si no se dice, si no se muestra, no sucede. No hay que negarlo, hay que no contarlo.
Entonces los “traidores” quedan a merced de patotas parapoliciales y de caudillos provinciales impunes, lo que significa colocar a las comunidades indígenas “traidoras” contra una especie de pelotón de fusilamiento. Porque los que tienen el poder político, económico y las armas, cada tanto suelen repetir una frase vieja como el tiempo: “en este lugar, a los traidores: se los mata”.
Hace apenas un mes, en la localidad de Mal Paso, Santiago del Estero, la policía provincial puso de rodillas a personas de una comunidad Toconoté. Mientras tanto les apuntaban a la cabeza y detrás pasaban las topadoras arrasando con el monte. No salió en Telenoche. Tampoco salió en 678.
Justamente recién en ese programa de la tv pública -mientras esta nota se terminaba de escribir- decían que Félix Díaz era apenas “un sector minoritario de los Qom” sin reconocer muertos ni represiones. Y el presidente del INAI, Daniel Fernández, se jactaba de los avances en la política indígena sin mencionar ni una palabra de reclamo de la comunidad Maliqueo que se encuentra reclamando en las instalaciones de INAI por el otorgamiento de la personería jurídica.
Una de las tareas para la que fue creado ese organismo público, incluso, cuando las organizaciones sean consideradas “traidoras”.
Foto: Comunidad Maliqueo reclamando en la sede central del INAI
Video de Gonzalo Infante, Represión a la comunidad Tonocoté de Mal Paso, Santiago del Estero: http://goo.gl/AuKhr
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