Por Gustavo Torres G - Publicado por Ápe Paraguay
Leer (hacer clic) en: http://dgaleanolivera.wordpress.com/el-guarani-en-la-argentina-del-bicentenario/
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Como realidad geo-histórica, el guaraní fue lengua común de una vasta región sudamericana antes de ser colonizadas por españoles y portugueses. Cuando estos llegaron aproximadamente un millón quinientos mil guaraníes poblaban el noreste del territorio argentino, Paraguay y este de Brasil (GORI, Gastón (1998). Inmigración y colonización en la Argentina, Buenos Aires; Eudeba). También esta lengua fue utilizada en el proceso de la emancipación americana.
El momento histórico de inclusión lingüística guaraní en la República Argentina fue el mismo instante en que la Nación estaba celebrando el primer año de la Revolución de Mayo, cuando el revolucionario Juan José Castelli plasmó su proclama de Tiahuanaco en guaraní, quechua y aymará. Este ha sido uno de los antecedentes más claro de reivindicación de igualdad de derechos ciudadanos de la que habló el prócer Castelli hace casi 200 años, la del derecho lingüístico. Un ejemplo del extendido uso del guaraní no sólo en el Paraguay (idioma oficial desde el año 1992), sino en la República Argentina, fue el hecho protagonizado por el General Manuel Belgrano, Vocal de la Junta de Buenos Aires, que fuera enviado por ésta al Paraguay para tratar su incorporación a la Provincia de Buenos Aires; el mismo dio al guaraní el rango de lengua representativa al escribir en este idioma y en castellano sus proclamas donde exponía los motivos de la expedición armada, y las remitió al Gobernador, a los paraguayos, a los obispos y a los comandantes de Misiones e Itapúa: “Chéko aju penê pytyvôvo” (yo vengo a ayudarlos) (datos extraídos del artículo El Bicentenario de la Independencia Paraguaya y la lengua Guaraní de Miguel Verón, disponible en http://iealc.fsoc.uba.ar/hemeroteca/02).
En ese transitar, el uso de la lengua guaraní en la región del Río de la Plata y principalmente en la república Argentina, demuestra que una parte de este pueblo multiétnico, celosamente ha estado resguardo este idioma en la leyenda, la toponimia, la agricultura, la hidrografía, en la zoología, la fauna y la flora. Esta característica quedó reflejada a través del testimonio de Marcos Sastre en su obra cumbre El tempe argentino para describir la presencia guaranítica en la isla del Delta del Río Paraná en la región de la actual Tigre (Este texto fue un importante manual escolar durante varias décadas e ignorada por completo después. Bajo la dirección de Horacio González, la Biblioteca Nacional rescató editando como parte de la colección denominada: Los Raros). En este salto de tiempo, el aumento de la diáspora de los y las hablantes guaraní a los grandes centros urbanos de la Argentina –principalmente en el gran Buenos Aires- llegados de Paraguay, las provincias de Misiones, Formosa, Corrientes, Chaco, entre otras., han extendido el uso de esta lengua y fortaleciendo las existentes, expresadas de maneras diversas en el habla corriente. En ese aspecto, las conquistas de mayores derechos ciudadanos recobran también las revalorizaciones lingüísticas, posibilitando en la práctica un aumento considerable de nombres de orígenes guaraní -a pesar de trabas burocráticas en los registros civiles- de parte de un grupo social de habla y costumbre guaraní a sus descendientes, concientes de que estas denominaciones no implica ninguna connotaciones degradantes, sino muy por el contrario como lo sostiene el lingüista paraguayo, David Galeano, del Ateneo de Lengua y Cultura Guaraní, “los nombres guaraní reflejan el profundo y sensible conocimiento de la naturaleza y de la vida que tuvieron y tienen”. Esta revalorización lingüística guaraní también está sujeta a los espacios de discusión sobre esta lengua con la apertura de cursos de guaraní en varias universidades y centros culturales, así como el aumento de sitios en internet, permitiendo mantener vivos los rasgos profundos de la identidad de sus hablantes y su mayor inclusión social-cultural en el territorio argentino. Cabe destacar además que cuatro familias lingüísticas guaraní se hace presente en la actualidad en la República Argentina: el guaraní chané/chiriguano o avá guaraní, hablado por chiriguanos/chañes y tapietés en las provincias de Salta y Jujuy; el guaraní mbyá, hablado por los mbyás de la provincia de Misiones, el guaraní correntino, hablado fundamentalmente en la provincia de Corrientes; Chaco, Misiones, Formosa y, debido a migraciones, en Rosario y Buenos Aires, y el guaraní paraguayo, hablado por migrantes paraguayos y paraguayas. En Corrientes, la construcción lingüística de un gran número de la población que utilizan el castellano está influido por el guaraní, y un pequeño grupo de nativos de la zona de los humedales del Iberá (agua brillante) es monolingüe guaraní.
La presencia guaranítica
La presencia guaranítica caracteriza culturalmente a singulares espacios geográficos en el actual territorio de la Argentina, y muchas palabras del castellano argentino tienen su argot guaraní. Los nombres históricos de pueblos y ciudades son de presencia abundante en esta lengua, por mencionar algunos lugares es importante destacar Japeju -el lugar de nacimiento del Libertador San Martín-, Ituzaingo (salto o cascada de agua) en la provincia de Corrientes, donde está emplazada la represa binacional Yacyretá (tierra de la luna), e Ituzaingo, ciudad del Gran Buenos Aires, en la provincia de Buenos Aires. Ñu Guazú (campo grande), una localidad en la provincia de Córdoba, el pueblo de Panambí (mariposa) en la ribera del río Uruguay; las islas Pindoi (palmerita), nombre de una isla en el río Paraná frente a Corpus, Misiones y Apipé en la provincia de Corrientes. El salto Moconá, del guaraní mokô (tragar), na de la palabra aña (diablo), es decir donde el diablo traga.
Las toponimias Oberá (brillante), ciudad de la provincia de Misiones, Aguaray (agua del zorro), es una localidad de la provincia de Salta. Garupá (puerto o lugar donde descansan las embarcaciones), Mbariguí (jején), puerto de la colonia Oro Verde en Misiones, Itaembé (borde de piedra o piedra filosa), Mbopikuá (cueva de murciélago); Yarará (víbora venenosa), es el nombre de un puerto de El Dorado, Misiones; o Guazupí (piel de venado) entre otros nombres guaraníticos que dejaron las huellas de las Misiones Jesuíticas.
En la hidrografía, son representativos los ríos Paraná (agua que corre hacia el mar), Uruguay (río de los caracoles), Iguazú (agua grande) y Pepirí Guazú.
En la gastronomía popular, el caracú (tuétano, médula) es apelativo común del tradicional puchero. De la misma forma la cultura guaraní influyó en el consumo de la batata (jetý), la calabaza (andaí), el zapallo (kurapepê) y la yerba maté (ka`á), costumbre que hoy está íntimamente relacionada con la identidad argentina.
En la región de la Mesopotamia (Misiones, Corrientes y Entre Ríos) el apelativo gurí es denominación habitual para nombrar a un niño o a un menor, el avestruz no es otra que el ñandú, el yacaré es sinónimo de cocodrilo; el tatú carreta o tatú guazú, así es conocido el más grande de los armadillos, y el aguará guazú es genéricamente el zorro grande. Sin bien la modernidad se ha ocupado de disminuir su uso, el chiripa, pañal infantil de tela o atavío de los gauchos, también tiene su agregado guaraní. La acción de pitar (fumar, chupar) tiene su etimología guaraní. La onomatopeya piripipí es frecuente para referirse a un estruendo o a algo perfecto o fastuoso y la fruta del ananá es de fonética guaraní. En la floresta conviene destacar algunos nombres que se utilizan principalmente para referirse a algunos árboles de buen maderamen como el timbó, el urunday, el peteribi, el guatambú, etc.
Por la senda del reconocimiento oficial
Junto con sus hablantes, el ava ñe’ẽ (en guaraní idioma del hombre) ha demostrado ser un idioma de resistencia al perdurar por tantos tiempos frente a los embates de la exclusión y la marginación, sin dejar de ser la lengua más hablada en el Paraguay y convivir juntos con otras lenguas hegemónicas en regiones de Brasil, Argentina, Bolivia, y plantando su rastro toponímico e hidrográfico en la República Oriental del Uruguay. A pesar de ser el idioma más extendido y hablado por los paraguayos y paraguayas, la constante y sistemática adversidad y la desidia gubernamental ha provocado el “refugio interno” de sus hablantes que a pesar de ello continuó siendo el idioma de mayor comunicación, principalmente de la población campesina e indígena.
El mutismo lingüístico al que fueron sometidos los guaraní parlantes melló intrínsecamente en la autoestima de esta población, tanto en Paraguay como en algunas regiones de la Argentina. Recuperar la voz de este importante sector permitiría superar esa barrera psicosocial, permitiendo a sus hablantes desarrollarse con derecho pleno.
Ateniendo a esto, es menester destacar que el guaraní cada vez se hace más presente en Buenos Aires a través de esta población migrante, aunque por la necesidad de insertarse en una nueva cultura, y por temor a ser discriminada en la nueva tierra, iba perdiendo sus raíces y dejó de lado transmitir sus valores culturales e idioma a las generaciones posteriores. A la sazón, el guaraní se encuentra carente de un status de reconocimiento pleno en el plano jurídico, social, cultural y educativo desde los organismos públicos y privados, situación que de alguna forma permite su invisibilización y estigmatización en la condición de hablante del guaraní y que en general proviene de zonas de menos “desarrollos económicos”. Esto construye un concepto perjudicial en el interior de la sociedad en su conjunto que, ya sea por acción u omisión, repercute negativamente en la protección de este significativo grupo de hablantes para su inserción social, política, económica y cultural.
A pesar de esta situación descripta, se está percibiendo algunos avances importantes desde el ámbito legislativo en la República Argentina. Un Proyecto de declaración de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación de noviembre de 2006 establece la necesidad de que el Poder Ejecutivo promueva la postulación ante la UNESCO de la lengua guaraní como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. En este sentido, el Proyecto de Ley “Programa de asociativismo y cooperación para la lengua guaraní” es un ejemplo activo traducido en el Expediente 5008/09 de la misma Cámara, basado en la posibilidad de que cada municipio genere sus propias políticas lingüísticas, atendiendo a la realidad de los trabajadores de habla guaraní que viven en Corrientes, Formosa, Misiones, conurbano bonaerense, Capital Federal, cordón industrial de Rosario, Chaco y la selva salteña.
En la actualidad nos encontramos en los albores de una nueva etapa prefijada en antecedentes recientes como la oficialización del guaraní en la República del Paraguay en el año 1992 y la sanción de la Ley 5598/04 de la provincia de Corrientes que establece al guaraní como idioma oficial alternativo, la adopción del guaraní como uno de los idiomas del Estado Plurinacional de Bolivia tal como lo reconoce la nueva Carta Magna. En este sentido, puede evidenciarse que el peso histórico llevará al guaraní en la senda del reconocimiento como lengua oficial y de trabajo del MERCOSUR, al ser idioma oficial de uno de los países socios. Llegado este momento, el avance hacia el plurilingüismo obligará a una acción política de reparación hacia la lengua de los más humildes, de los mestizos y de los pueblos originarios del Cono Sur latinoamericano y desterrar por completo el axioma mitrista-sarmientino, donde comienza el guaraní termina la civilización, dentro de la dicotomía civilización y barbarie.
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