Por David A. Galeano Olivera (*)
1. Introducción
Convengamos en el inicio de esta exposición que el Guarani -hablado por la mayoría de la población del Paraguay- detenta en su historia las mayores y más violentas persecuciones, como ninguna otra lengua sufrió en la historia de la humanidad. Prueba de ello es que en los últimos cien años, los Guarani-hablantes padecieron todo tipo de atropellos verbales y físicos. Gente a quienes despectivamente se trataba de “guarango”, “campesino”, “indio” o “juruky’a”. Otros fueron castigados en las instituciones educativas, quedando en la escuela después de la hora de salida; o en la esquina de la sala de clase de plantón; o bien, recibiendo bofetadas; o recorriendo el patio escolar repitiendo “no voy a hablar más Guarani”, o arrodillándose sobre sal gruesa o avati tupi ku’i; o colgándose de una alambrada de púas, en la posición ñakyrâ y gritando a todo pulmón “estoy aquí por hablar Guarani”, o siendo sometidos a la degradante experiencia de bajar de grado o curso por hablar Guarani. Los ataques fueron despiadados, como el último que el propio MEC pretendiera perpetrar sustituyendo el Guarani por el Jopara (mezcla de Guarani y Castellano) en la Reforma Educativa; con la excusa de que la tendencia de la filosofía educativa en materia lingüística apunta a la pragmática o funcionalismo, según la cual debe enseñarse el Guarani que es hablado cotidianamente, aunque “eso” sea una mezcolanza sin pie ni cabeza.
Con ese pretexto, en 1999, el MEC inició una campaña que debía inicialmente presenta al Guarani como “muy dificil” o “muy complicado” en la enseñanza, para luego -tal como ocurrió- incorporar el supuesto Guarani Paraguayo o jehe’a (mal llamado jopara) en la enseñanza. Lo llamativo del caso es que solo el Guarani Paraguayo fue incorporado; en cambio, del Castellano-paraguayo nadie se acordó; pese a que la expresión pragmatica del castellano en el Paraguay nos hace decir locuciones como venína un póo // avisáleke taén a tu aguela // que hora pio tené hina vo; lo que demuestra que todos los paraguayos aulámos masiado bien lóo el cateláño. De cualquier manera, sería dificil encontrar a, por lo menos, un Profesor de Castellano que enseñara ese disparate llamado castellano paraguayo; o que en adelante enseñara a escribir “se bende carvón”, “ay yelo”, “se arquila salones comersiales”, “se ase compostura de sapato”, pese a que así están escritos innumerables avisos, como fiel reflejo del pragmatismo del Castellano en el Paraguay.
Empecinado con el Guarani Paraguayo o jehe’a (mal llamado jopara), el MEC imprimió en el 2004 otra cantidad impresionante de libros escritos en el horrible jehe’a, supuestamente para el fortalecimiento de la educación bilingue. En dichos libros encontramos las “nuevas” palabras Guarani. Así, “mayo” en adelante se escribirá y se dirá “májo”; por su parte, “marzo” será “márso”; “agosto” será “agóto”; Tembién se dirá y escribirá “che papá”, “che mamá”, “ñande ha’e persóna”, “sírkulo”, “kostumvre”, “intelihensia”, “Rramos Rroméro”, “diytado”, “kláse”, “estratégia - estratéhia”,”aprendisáhe”, “sosieda”, “arrójo” y así... varios otros descomunales disparates. Otra perla de la nueva propuesta de enseñanza bilingüe consiste en cómo escribir la palabra castellana “exponente”. Según los sesudos autores de esta “joya”, dicha palabra se deberá escribir “eksponénte (eks-po-nén-te)”. Sin embargo, cualquiera sabe que el Guarani se caracteriza por la silabación directa (vocal sola o consonante más vocal), por lo que las sílabas del Guarani nunca terminan en consonante. En consecuencia, las sílabas terminadas en consonante constituyen una dificultad fonética para el Guarani-hablante. No podrá pronunciarlas o tendrá dificultades cuando lo haga. En todo caso, y solo a modo de análisis, lo máximo que un Guarani-hablante podría decir es ey-po-né-nte, pero nunca eksponénte. Por lo mismo, es incorrecta la nueva palabra “provléma”, ya que en el Guarani no existen las sílabas con pr, y tampoco existen las sílabas con bl. En el peor de los casos, en lugar de “provléma”, el paraguayo diría “poléma (po-lé-ma)”. Aunque todos sabemos que el paraguayo dirá “aike peteî javoráipe” o “tuicha ko apañuái” o “ko pa’â ndaijapýrai”. Es una lástima que el Guarani sea manoseado y degradado de esa manera. Es una pena.
Desde setiembre de 2004, a raíz del triste episodio de la publicación de esos pseudolibros, me dediqué a recorrer varios distritos del país, así: Itaugua, Fernando de la Mora, San Juan Bautista, Aregua, Villarrica, Ka’aguasu, Ciudad del Este, Arroyos y Esteros, Tovatï, Eusebio Ayala, San Lorenzo, Edelira, Lambare, Encarnación, Villa Hayes, Pastoreo y Ky’ŷindy procurando explicar la situación de peligro que atravezó y atravieza el Guarani al ser sustituido por el Guarani Paraguayo o jehe’a. Grande y feliz fue mi sorpresa al constatar -en cada encuentro- la firme decisión de los Docentes de Guarani de no aplicar dicho nuevo modelo, elaborado por el MEC en forma inconsulta y sobretodo arriesgando la vida de nuestro avañe’ë. En todas esas comunidades, de forma libre y espontánea, los participantes suscribieron categóricos pronunciamientos de rechazo a la nueva propuesta de Educación Bilingüe. A tanto llegó el rechazo y el malestar que, en una jornada hecha en Guarani Róga, una docente del ATENEO residente en Mbujapey, me entregó la Resolución de la Junta Municipal de ese Distrito que prohibía la implementación del jehe’a en el Municipio y rechazaba el proyecto del MEC. Sin embargo, la impresión más fuerte la experimenté en una jornada sobre el tema, realizada en Asunción y dirigida a Maestros Indígenas.
2. Desarrollo
2.1. La Jornada
Ante la solicitud de exponer a los Maestros y Líderes Indígenas la situación del Guarani en el contexto de la nueva propuesta de Educación Bilingüe del MEC, me hice presente en la jornada. Con la mayor objetividad posible les expuse la situación. A medida que hacía los comentarios y proyectaba las transparencias observaba en sus rostros cierta tristeza y la sensación de preocupación. De cuando en cuando hacían ciertos comentarios en voz baja, entre ellos. En el grupo pude reconocer a tres indígenas Mbya Guarani, con quienes 20 años atrás, tuve la ocasión de compartir experiencias en sus comunidades, ubicadas hacia San Pedro y Ka’aguasu.
Al terminar mi exposición, salimos a un receso; y fue el momento en que nos saludamos y conversamos recordando viejos tiempos. Nuestra alegría fue grande al reencontrarnos después de mucho. Lentamente la conversación se centró en el tema que les preocupaba, la propuesta de Educación Bilingüe del MEC. Llegó un momento, en que uno de ellos me dijo: “Mba’éiko pejapo peê jurua Guarani ñe’êre. Peê niko pehekýi orehegui upe ore ñe’ê ha pemongy’a orehegui. Peipuru Guarani peporoja’o haĝua, pejoja’o haĝua, péicha pemongy’a. Péva ndaha’evéima Guarani. Oréniko romomba’eguasu ko’áĝaite peve upe ore ñe’ê, ore ojoapytépe. Guarani niko hekokatu ha hekopotî. Ko’áĝa -peê pembyaihaguére Guarani- umi ñande’ŷva -oikuaaporâ’ŷre avei- ombojáta orerehe ha he’íta hikuái orerehe ore orejuruky’aha ha ore orerekomarâha”. Mientrás él hablaba yo lo observaba y podía sentir su dolor al reflexionar sobre el Guarani. Él se sentía impotente y rabioso. Le dolía en el alma las agresiones que históricamente los paraguayos cometimos contra el Guarani; a las que hoy se sumaban -según sus expresiones- estas aberraciones que el MEC propone como Guarani.
2.2. La palabra no falsea ni engaña
Cuando volví a casa me puse a meditar en aquellas sentidas y sabias palabras de Lider y Maestro Indígena, recordando que para ellos la palabra es sagrada; por consiguiente, con profundo valor religioso; concepto éste desconocido por nosotros o no usual entre nosotros actualmente. Ellos -a través de la palabra- solo pueden decir la verdad. Por eso, cuando le ponían o le ponen el nombre a un lugar no mienten ni imaginan sino que estampan mediante la palabra las características más exactas del sitio, así: Suruvi’y, Ka’arêndy, Jaguaretekua, Yvyhûndy o Jukyty. Por otro lado, la palabra solamente se pronuncia cuando es absolutamente necesario. El ñe’ëngatu u orador es aquel que tiene el “don de la palabra”; en otros términos, es el “virtuoso de la palabra”.
Precisamente, Cadogan en su Ayvu Rapyta nos evidencia el valor de la palabra, ya que luego que Ñande Ru Papa Tenonde asumió la forma humana “de la sabiduría contenida en su propia divinidad, y en virtud de su sabiduría creadora, Nuestro Padre El Primero concibió el origen del lenguaje humano. De la sabiduría contenida en su propia divinidad, y en virtud de su sabiduría creadora, creó nuestro Padre el fundamento del lenguaje humano (la palabra) e hizo que formara parte de su propia divinidad. Antes de existir la tierra, en medio de las tinieblas primigenias, antes de tenerse conocimiento de las cosas creó aquello que sería el fundamento del lenguaje humano e hizo el verdadero Primer Padre que formara parte de su propia divinidad”. Por eso, la palabra es sagrada, porque la palabra es Dios y Dios es la palabra. En cada palabra se manifiesta Ñande Ru y no cualquier cosa. Ésa es la razón del porqué son poco habladores. Cosa que mucha gente “blanca” no conoce al no conocerlos. Hasta hoy, aludiendo despectivamente al indígena, tratamos de ava a aquella persona tímida y “maleducada”. Nada más lejos de la verdad. En realidad, los indígenas no hablan sencillamente porque respetan la palabra. Eso no significa que ellos sean maleducados, malos o poco sociables. Forma parte de su ñande reko.
2.3. El No’ôvusu
Precisamente, una anécdota que suelo contar -y que ocurrió 20 años atrás con uno de los Maestros presentes en la jornada, cuando eso era Mburuvicha de su comunidad- es aquella en la cual, después de mucho insistir y sobretodo de habernos ganado su confianza, un día nos invitaron a participar de un no’övusu o asamblea de líderes o Mburuvicha, una especie de cumbre presidencial, donde tratan cuestiones de interés general. Es un encuentro privado, sólo reservado a ellos. Llegamos al sitio, en la zona de Guajayvi (San Pedro) y nos ubicaron a más o menos 15 metros del opy o sitio de la reunión. Fuimos advertidos de que no debíamos acercarnos más y también se nos dejó clara constancia de que el sólo hecho de participar como observadores, debía ser considerado por nosotros como un privilegio especial, que ellos nos concedían. Yendo al caso concreto, recuerdo que los líderes llegaron de grandes distancias, de a pié (15, 30, 50 y más kilómetros) para aquel no’övusu. Estuvieron 11 en total. Nadie nos explicó cómo se avisaban para participar de estos encuentros ni porqué las reuniones se realizaban precisamente en dicho lugar. En fín, el primer día, un martes, se sentaron en unos apyka puku jere acompañados de sus mujeres y debidamente ataviados. Estuvieron todo el día sin decirse una sola palabra, absolutamente nada. Se levantaron del sitio solamente para comer o para cumplir sus necesidades. El día siguiente ocurrió lo mismo. Y el tercer día, como a la mediatarde, uno de ellos -el inspirado- se puso de pie y solamente pronunció tres palabras: “ko’áĝa ñañemitŷva’erâ avati”. Después de escucharlo, todos se pusieron de pie y retornaron a sus comunidades. Imagínense, se reunieron tres días únicamente para escuchar tres palabras, palabras sagradas; o sea, la manifestación de Ñande Ru, al decir de Cadogan.
2.4. La idea de la perfección
Por otra parte, al ser capaces de concebir el Ñe’êngatu o palabras perfectas, podemos deducir que también interpretan lo que es la perfección o la plenitud, resumida en la raíz katu o ngatu. El concepto de la perfección es algo que les apasiona. Es su razón de ser. Basta recordar que en el Alto Parana y Kanindeju viven los Ava Guarani o Avakatu o Avakatuete (donde ete es superlativo), es decir, personas perfectas o plenas. Debemos aclarar que ellos -entre sí- se autodenominan de esa manera y no aceptan la denominación de Ava Chiripa, nombre con el cual se los bautizó, desde afuera. Resulta claro que ellos no vienen a especular con aquello de que somos perfectibles o que debemos vivir procurando el camino de la perfección. Es por ello que los Avakatu o Ava Guarani están obligados moral y éticamente a practicar lo correcto, el error solo puede ser una casualidad.
2.5. El error se puede subsanar
De lo mencionado en la parte final del párrafo anterior se desprende la antigua tradición del tera’o o el cambio de nombre. Antes, debemos convenir que para el indígena todo está en el nombre. El nombre es lo máximo, es la persona. Por eso cuando cometen alguna imperfección -que no debe ser reiterada o cotidiana- la tendencia social les obliga a -en una ceremonia- sacarse el nombre con el cual cometieron la imperfección y ponerse uno nuevo, sin manchas, que les garantice nuevamente su condición de avakatu. Basado en esta tradición, Decoud Larrosa optó por la palabra tero (tera’o) para nombrar al sustantivo en Guarani, refiriéndose al sustantivo como la palabra esencial; que al igual que el nombre en los indígenas, es la esencia de la persona; es decir, el nombre es la persona misma.
2.6. El sabio Bertoni descrubre la sociedad de sus sueños y la describe en la Civilización Guarani
Proveniente de una familia liberal, Moisés Bertoni abrazó desde pequeño los principios de esa ideología política. Pero sus años en la universidad lo llevaron hacia otros rumbos. Aún ligado al ala izquierda del Partido Liberal, de la mano del geógrafo socialista francés Eliseo Reclus, el joven Moisés se adentró en las ideas del socialismo anárquico y por consejo de Reclus, Bertoni viajó a América a fundar una colonia donde poner a prueba las nuevas ideas sociales y políticas. Bertoni impregnó entonces su vida con las ideas proclamadas por los utopistas, quienes le hicieron ver a la sociedad que lo rodeaba como una sociedad corrupta que no ofrecía nada a sus hijos.
En 1882 partió hacia América, a la cual llegó después de 22 meses de viaje, concretamente a la Argentina. Allí entusiasmó al Presidente Julio Argentino Roca con su proyecto. Éste le concedió tierras en la actual Provincia de Misiones, a donde arribó en 1884. Tres años permanecieron en esa zona. Durante esos años se acentuaron los acosos por parte de varios interesados en las tierras concedidas a Bertoni. Una noche -cuando incendiaron sus viviendas- los Bertoni se fugaron al Paraguay, llegando a Jaguarasapa (Itapúa), para -tiempo después- asentarse definitivamente en el actual Pto. Bertoni (Alto Parana), donde -poco a poco- Bertoni quedó sorprendido y maravillado de la cosmovisión y de la manera de vivir de sus vecinos, una comunidad Mby’a-Guarani. Conceptos como que la tierra, las plantas y los animales no tienen dueño (porque este no es el final de la vida, sino el tránsito hacia otra); o el valor dado al desarrollo de las virtudes espiritules y morales (por sobre las materiales. Esta sociedad no conocía el dinero, ni le importaba. Tampoco conocía la compra-venta. Ellos vivían y viven para “ser” no para “tener”); o el respeto a la naturaleza (no admitían la caza indiscriminada o la tala de bosques y plantas); o el concepto de la vida presente (por eso ko’êrô es solo una posibilidad, es “si amanece”); etc. fueron pruebas de oro para Bertoni, en su afán de demostrar la factibilidad de una sociedad justa, solidaria y democrática. Inspirado en los Ava Mby’a desarrolla sus valiosos y asombrosos estudios sobre la Cultura Guarani, que se sintetiza con la publicación de “La civilización Guarani” (1922).
Cabe destacar que Moisés Santiago Bertoni nació en 1857, en Lottigna (Suiza). En 1875, por presión de su padre, Ambrosio Bertoni, respetado abogado; Moisés ingresó a la Universidad de Ginebra a estudiar Derecho. Paralelamente, tomó cursos de clasificación botánica. Falleció el 19 de setiembre de 1929. A lo largo de sus 72 años, Moisés Bertoni realizó un total de 524 publicaciones, de las cuales 107 se editaron en Suiza, 28 en Argentina y 389 en el Paraguay. Cabe destacar que Bertoni -ilustre y sabio hombre de ciencia, reconocido internacionalmente- dedicó gran parte de su vida a promocionar, con profunda convicción, la Cultura Guarani por considerarla el reflejo de la milenaria, justa, solidaria, democrática y evolucionante Civilización Guarani.
3. Conclusión
A mediados de 2004, con la excusa de una supuesta propuesta, el MEC disponía, en principio, el uso obligatorio de libros escritos en el supuesto Guarani-paraguayo o jehe’a e iniciaba una campaña compulsiva de “capacitación docente”, basada en dichos materiales. De esa manera se intentaba facilitar la vida a una criatura mal formada y mal parida. Sin embargo, gracias a la reacción ciudadana que expresó su rechazo masivo a ese despropósito del MEC, su aplicación no pasó de ser una propuesta. Pero se agregó una agresión más al Guarani, sumada a las varias ya sufridas; esta vez perpetrada por el mismísimo Ministerio de Educación. Además, quedan para el ”recuerdo” una partida de libros mal impresos, como testimonio de la malversación de los fondos del Estado Paraguayo.
Definitivamente, el MEC no tiene derecho a degradar y corromper gratuitamente al Guarani, de la manera que lo viene haciendo. En todo caso, a ley pareja nadie se queja. Que haga lo mismo con el castellano; así, se enseñará Guarani-paraguayo y Castellano-paraguayo, para que -a corto plazo- nos constituyamos en el hazmerreir de todos. Me ratifico en que el supuesto Guarani-paraguayo o jehe’a (mal llamado jopara) no es otra cosa que la fiel demostración de nuestra pereza lingüística e intelectual. El jehe’a es el sinónimo del vaivai y de la ley del menor esfuerzo. El jehe’a no es ni Guarani ni castellano. El jehe’a es el sinónimo de nuestra mediocridad. En el Paraguay que debemos cambiar todo es jehe’a, como la leche que nunca es pura (mitad leche, mitad agua). Pese a ello, el MEC optó por el jehe’a, demostrando con ello la ausencia de una verdadera intención de mejorar socialmente. En síntesis, el jehe’a es más de lo mismo, y digo esto porque -más allá de los buenos propósitos de la Reforma Educativa- nuestra educación no ha mejorado. Sin embargo, todavía estamos a tiempo, por lo que deberíamos empezar por reordenar la enseñanza bilingüe, sustituyendo a ese efecto la enseñanza del jehe’a por la correcta enseñanza del Guarani, solamente así -gradual y progresivamente- podremos aprender lo que éticamente es correcto, académico y científico; y construiremos el país en serio, que todos queremos. Sin dudas, el Guarani puede ayudarnos extraordinariamente a lograr ese ideal elevado; es por eso que la enseñanza del Guarani no debe apreciarse como “un simple proyecto educativo para aprender un idioma”; sino que, debe ser considerado como el instrumento político que cooperará en el fortalecimiento socioeconómico y cultural del país. Un país como el nuestro reducido al tercermundismo, sumido en la ignorancia y la miseria, sólo podrá transitar hacia el desarrollo y la democracia, mediante el Guarani. No existe otro camino.
Nuestras reflexiones sobre el valor de la palabra entre sus verdaderos dueños: los Guarani; y por otra parte, en la experiencia de un ciudadano universal: Moisés Bertoni; pueden ayudarnos a visualizar claramente porqué es imperativo cuidar la lexicología de nuestro Avañe’ê y no caer en el jehe’a que el Ministerio de Educación presentó como Guarani. Hoy -que mucha gente estudia y manifiesta su aprecio hacia el Guarani- debemos redoblar esfuerzos para fortalecer su difusión correcta y científica. Pese a todo, creo que el Guarani hoy está fuerte y rejuvenecido, no solo en nuestro país; sino que, forma parte del interés de prestigiosas universidades y centros de investigación del mundo; asimismo, ya ganó varios sitios en internet, herramienta poderosa para la promoción y el fortalecimiento de la cultura a nivel universal. Finalmente, y que quede claro, siempre debemos analizar e interpretar a la Lengua Guarani a partir de la propia Cultura Guarani, caso contrario solo colaboraríamos en su progresiva, injustificable e imperdonable degeneración.
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(*) Presidente (Director General) del ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI. Doctor en Lengua y Cultura Guarani. Docente universitario. Escritor bilingüe. Traductor público. E-mail: davidgaleanoolivera@gmail.com