domingo, 28 de marzo de 2010

Matanza y masacre de Rincón Bomba

Nada que festejar… en el Bicentenario

Así lo reclama la sangre del Pueblo Pilaga del territorio de Formosa.

Matanza y masacre de Rincón Bomba
Por Luis Zapiola

La llamada "Matanza de Rincón Bomba", acaecida en las cercanías de la hoy ciudad de Las Lomitas, ocurrió entre el 10 y el 30 del mes de octubre del año 1947, hace 58 años, en el entonces Territorio Nacional de Formosa. El Juzgado Federal de Formosa recibió una denuncia de una supuesta violación de derechos humanos por crímenes de "lesa humanidad", contra el Estado nacional por estos echos. Por la misma se solicita la indemnización de daños y perjuicios, lucro cesante, daño emergente, daño moral y determinación de la verdad histórica, a favor del pueblo de argentinos de etnia Pilagá. Dicha demanda fue presentada por el Abogado Julio César García con el patrocinio del Doctor Carlos Alberto Díaz. A continuación, la presentación hecha por Díaz y García narrando la forma en que habrían ocurrido los hechos hace casi 60 años en territorio formoseño. El informe señala que: En el mes de abril de 1947 miles de braceros Pilagás, Tobas y Wichís son despedidos sin indemnización alguna del Ingenio San Martín de El Tabacal. En ese mes antes habían sido traídos, desde el Territorio Nacional de Formosa, caminando cientos de kilómetros, cargando al hombro sus pobres enseres, sus mujeres y sus niños con la promesa que se les pagaría $ 6 por día. Una vez en El Tabacal se les quiso abonar la suma de $ 2,50 por día. "...Considerándose defraudados recurrieron ante las autoridades respectivas de El Tabacal y no pudieron obtener justicia, por el contrario, cuando insistieron en sus reclamaciones fueron despedidos inhumanamente. El pueblo condolido les ayudó dentro de sus posibilidades.

Del Tabacal volvieron a pie hasta Las Lomitas porque carecían de medios para hacerlo por ferrocarril..."(Diario "Norte", de Formosa del 13 de mayo de 1947). Allí se reúnen entre 7.000 a 8.000 indígenas según Teófilo Ramón Cruz, Revista Gendarmería Nacional, ed.120-3-1991. Las primeras víctimas de la hambruna y las enfermedades comenzaron a ser los niños y los ancianos. Luego los hombres y las mujeres. La situación expulsa a esta población a salir de su ámbito natural y buscar ayuda en las poblaciones cercanas, ubicándose en el paraje conocido como "Rincón Bomba". Una delegación encabezada por el Cacique Nola Lagadick y Luciano Córdoba piden ayuda a la Comisión de Fomento de Las Lomitas y al Jefe del Escuadrón 18 Lomitas de Gendarmería Nacional, Comandante Emilio Fernández Castellanos. Se trasladan hasta un descampado, ubicado a 500 metros, aproximadamente, del pueblo "para que se vean nuestras miserias...". Comienzan a mendigar las madres con sus hijos en brazos, puerta por puerta, pidiendo tan sólo un poco de pan. Al principio algunos se solidarizan, inclusive el Jefe del Escuadrón de Gendarmería, como algunos de sus hombres a su mando, se preocupa por la desesperante situación, les dan yerba, azúcar y ropas. Pero al transcurrir de los días las puertas ya no se abren y no se les recibe más en el Escuadrón.

"Mandaron lenguaraces al poblado y lograron se concretara el primero de sus pedidos, consistente en víveres diversos y ropa para vestir (de pies a cabeza) a seis indios, con la misión de posibilitarles su traslado a Buenos Aires para entrevistar a las autoridades y al Presidente Perón. El jefe de Unidad reunió entonces a comerciantes y ganaderos obteniendo de su colaboración víveres y ganado en pie que eran distribuidos por personal del Escuadrón. Así al principio. Pero al poco tiempo, los indios ya no pedían: exigían. De que primero quisieron ver al Presidente en Buenos Aires, es cierto, tan cierto, como que después desistieron proponiendo que el Presidente los visitara a ellos "para que viera cómo vivían"... hubo muchas indigestiones, y hasta dos muertes, más la madre del propio Pablito (el cacique). Amanecieron indigestados y debido al fuerte descenso de la temperatura en horas de la noche, resfriados y engripados, aduciendo entonces "haber sido envenenados". El Presidente de la Comisión de Fomento, telegráficamente, lo impone de la situación al Gobernador Federal solicitándole el urgente envió de ayuda humanitaria.

El Gobernador se comunica diligentemente con el Ministro del Interior
de la Nación haciéndole saber la gravedad de la situación y la falta de recursos en el territorio para afrontarla. Este a su vez le hace saber al presidente Juan Domingo Perón quien ordena inmediatamente, como parte de una ayuda mayor y planes de desarrollo social, el envió de tres vagones por el ferrocarril General Belgrano, con alimentos, ropas y medicinas. La carga llega a la ciudad de Formosa en la segunda quincena del mes de septiembre consignada al delegado de la entonces Dirección Nacional del Aborigen Miguel Ortiz. Permanece en la estación, a la intemperie, diez días aproximadamente. Enterado el gobernador Hertelendy de la injustificada demora y consiente de la situación de los indígenas, conmina por intermedio y en persona del Jefe de la Policía Nacional de Territorios, al delegado de la Dirección Nacional del Aborigen la inmediata partida del cargamento.
A la estación de Las Lomitas, llega un solo vagón lleno,
dos semivacíos, los primeros días de octubre de 1947, sólo con alimentos, la mayoría en mal estado por el tiempo transcurrido entre el envío y la irresponsable dilación en su entrega por parte del Delegado de la Dirección Nacional del Aborigen: harina con gorgojos y moho; grasa para cocinar derretida por el calor; azúcar; yerba, galletas ya verdes en bolsas. Son distribuidos y consumidos rápidamente por los miles de famélicos, hambrientos, enfermos, semidesnudos y debilitados seres humanos.

A las pocas horas comienzan a sentir los síntomas de una intoxicación masiva. Fuertes dolores intestinales, vómitos, diarreas, desvanecimientos, temblores y nuevamente la muerte... primeramente de los que se encontraban más débiles que llegó a más de cincuenta, mayormente niños y ancianos. Los gritos y quejidos de dolor en las noches de las madres que aún sostienen en sus brazos a sus bebes muertos retumbaban en la noche formoseña. No tenían consuelo. Los primeros son enterrados en el cementerio "cristiano" de Las Lomitas. Al ser tantos se les niega que lo sigan haciendo en el mismo, evitando el acceso de los cadáveres al mismo. No les queda otra posibilidad que hacerlo en el monte. Las ceremonias mortuorias, con sus danzas rituales marcadas con el ritmo de instrumentos milenarios, retumban noche tras noche.

El jefe del Escuadrón lo llama al Delegado Nacional del Aborigen, increpándolo y pidiéndole explicaciones sobre las faltas en los abastecimientos y el mal estado en que habían llevado y se habían distribuidos. Este, al parecer de carácter muy soberbio, le contesta en forma descomedida diciéndole que "...que tanto se preocupaba si al final son indios...". Fernández Castellanos, muy nervioso por la situación que le toca manejar e indignado, seguramente, por el desprecio hacia los indígenas demostrado por Ortíz, le pega una cachetada que lo tira de espaldas en la puerta de su despacho, adelante de algunos de sus subordinados. Ortiz sale corriendo del Escuadrón y desaparece de Las Lomitas. Comienza a circular el rumor, lanzado a rodar por no se sabe quién, que aquellas sombras de seres humanos no sólo ahora hambrientos, desarmados, indefensos, sino también enfermos, estarían por atacar a no se sabe quién. Comienza a hablarse del "peligro indio". Gendarmería Nacional forma un "cordón de seguridad" alrededor del campamento aborigen. No se les permite traspasarlo ni ingresar al pueblo a los Pilagás. Se colocan ametralladoras en "nidos", en distintos sitios "estratégicos". Ya son más de 100 los gendarmes, armados con pistolas automáticas y fusiles a repetición que día y noche custodian el "ghetto".

Hasta que sucede lo inexorablemente esperado.
En el atardecer del 10 de octubre "...el cacique Pablito pidió hablar con el Jefe (del escuadrón), por lo que concerté una entrevista a campo abierto. Los indios, ubicados detrás de un madrejón, nos enfrentaban a su vez, hallándonos con dos ametralladoras pesadas, apuntando hacia arriba. En los aborígenes (más de 1.000) se notaba la existencia de gran cantidad de mujeres y niños, quienes portando grandes retratos de Perón y Evita avanzaban desplegados en dirección nuestra". En tales instantes se escucharon descargas cerradas de disparos de fusil ametralladora, carabinas y pistolas, origen de un intenso tiroteo del que el Cte. Fernández Castellanos ordenó un alto de fuego, pensando procedía de sus dos ametralladoras, lo que no fue así: el 2º Cte. Alia Pueyrredón, sin que nadie lo supiera, hizo desplegar varias ametralladoras en diferentes lugares del otro lado del madrejón, o sea unos 200 metros de nuestra posición y en medio del monte...".

Se lanzan bengalas para iluminar la dantesca escena
y determinar mejor los blancos a tirar. Cientos de mujeres con sus niños en brazos, ancianos y hombres comienzan a huir hacia ninguna parte que los lleva fatalmente a la muerte. Con las primeras luces del alba la imagen es dantesca. Más de 300 cadáveres yacen. Los heridos son rematados. Niños de corta edad, desnudos, caminan o gatean, sucios, entre los cadáveres, envueltos en llanto. Luego del ametrallamiento "...pensando que al llegar la noche atacarían avanzando sobre Las Lomitas, efectuamos tiros al aire desde todos lados para dispersarlos. El tableteo de la ametralladora, en la oscuridad, debemos recordarlo, impresiona bastante. Muchos huyeron escondiéndose en el monte, al que obviamente conocían palmo a palmo..." (Comandante Mayor (R) Teófilo Ramón Cruz, ob. cit.).

Pero allí no termina la matanza. Comienza la persecución
de los que pudieron escapar, "para que no queden testigos", contando la Gendarmería Nacional con la "colaboración" de algunos civiles. Van en dirección a Pozo del Tigre la mayoría, otros para Campo del Cielo, miles se guarnecen en la espesura de los pocos montes que quedan. En los días subsiguientes son rodeados por las partidas. Y allí nuevamente son masacrados en distintos lugares (Campo del Cielo, Pozo del Tigre, etc.) más de 200 personas. Entre los represores ninguna víctima. Se hubiera podido seguir la trayectoria de las tropas por las piras de cadáveres humanos que se quemaban, porque "no había tiempo para enterrarlos", a medida que avanzaban. La presentación de los abogados Díaz y García habla de que "en total son asesinados en la "campaña" entre 400 a 500 argentinos de etnia Pilagá, aproximadamente, además de los heridos y más de 200 "desaparecidos". Ello sumado a los más de 50 muertos por intoxicación, hambre y falta de atención médica y la desaparición de un número indeterminado de niños, elevan las bajas a más de 750, entre niños, ancianos, mujeres y hombres. La locura llega al extremo de solicitar la intervención de dos aviones caza-bombardeos".
La tragedia en los diarios de la época

Las noticias de la matanza llegan muy confusas a la capital del territorio. Públicamente no se inicia ninguna investigación. "Extraoficialmente, informamos a nuestros lectores que en la zona de Las Lomitas se habría producido un levantamiento de indios. Los revoltosos pertenecen a los llamados pilagás quienes, según las confusas noticias que tenemos, vienen bien previstos de armas... ya se habrían producido algunos encuentros, no se sabe si con los pobladores de la zona o tropas de la Gendarmería Nacional". (Diario "Norte", Formosa, pág.1, Col. 5).
Los diarios de la región de la época también publican noticias contradictorias pero entre líneas se puede observar la verdad de la matanza. "El viernes último, en horas de la tarde, en la localidad de Las Lomitas, Territorio de Formosa, se ha producido un levantamiento de indios pilagás, como consecuencia de un asalto que habrían realizado estos últimos contra vecinos de ese pueblo, lo que habría obligado a intervenir a las fuerzas de la Gendarmería Nacional allí destacadas". (Diario "El Intransigente", Salta, 12 de octubre de 1947, pág. 6, col.1-3). "No resulta tan ciertas las versiones de que los indios hubiesen asesinado. Se los persiguió y se los sigue persiguiendo. En cuanto a los muertos, nada se sabe en forma oficial porque después de la masacre fueron quemados los cadáveres. También es inexacto que los indígenas tuvieran algunos armamentos, como lo prueba el hecho de que sólo atinaron a huir cuando los gendarmes descargaron sobre ellos y además en sus huestes no se registraron bajas ni heridos. El miércoles 15 llegó otro tren con pasajeros trayendo nuevos refuerzos de gendarmes y por la noche se esperaba otro tren con soldados y el jueves dos bombarderos, para lo cual se estaba arreglando la pista de aterrizaje" (Diario "El Intransigente", Salta, 22 de octubre de 1947, pág. 4, col. 1-3).

Recién el 20 de octubre el diario "El Territorio" de Resistencia, Chaco,
en la pág. 3, da la noticia del suceso. Bajo el título "El levantamiento de Indios en Las Lomitas y la Situación General de los Pobladores Autóctonos", dice: "Días atrás se produjo en Las Lomitas, localidad del vecino territorio de Formosa, un levantamiento de 1.500 indios de las tribus pilagás existentes en esa zona. Fuerzas de Gendarmería Nacional debieron actuar con energía para impedir que esa actitud acusara desgraciadas consecuencias, y el gobernador formoseño se vio precisado a concurrir al lugar de los sucesos para calmar a los indígenas sublevados". "La solución dada a este estado de ánimo propenso a las más graves derivaciones, no ha consultado de manera integral el problema que desde hace muchos lustros afecta a los pobladores autóctonos de todo el país, abandonados a su triste suerte por la abulia oficial que nunca se interesó en favor de los mismos. Los indios que animaron el levantamiento lo hicieron después de aguardar en vano el cumplimiento de las promesas formuladas en el sentido de que se les facilitarían tierras para que se arraigaran en ellas mediante la explotación de pequeñas chacras. En los últimos tiempos, estos indígenas carecían de lo más indispensable para el sustento diario, viéndose precisados no pocas veces a incurrir en hechos delictuosos para proveerse de alimentos. Las tierras prometidas y la creación en el lugar de escuelas, como así la entrega de elementos de trabajo, semillas, etc., nunca se concretaron, mientras que las gestiones por el logro de esa ayuda eran recibidas de manera violenta, tal si existiera el propósito de condenar a millares de seres humanos a la inanición...". Díaz y García advierten que "se ha tratado de ocultar la verdad de este genocidio para evitar responsabilidades que llega hasta nuestros días". "La matanza de Rincón Bomba" es uno de los hechos de nuestra Argentina profunda más oculto en comparación con otros similares. La "Masacre Napalpí" de 1924, tuvo acalorados debates en la Cámara de Diputados de la Nación en la época y la creación, inclusive de una Comisión Investigadora. La bibliografía, si bien también escasa, es mayor que la de este caso, pero existen todavía sobrevivientes, de ambos lados, cuyos testimonios posibilitaron la reconstrucción histórica de los hechos.
Los diarios de Buenos Aires se hacen eco también del genocidio. El diario "La Prensa" del domingo 12 de octubre de 1947 (Día de la Raza), en su página 13 dice: "En las Lomitas se Produjo un Levantamiento de las Tribus de Indios Pilagás... Informaciones procedentes de estación Las Lomitas hacen saber que en aquella zona se produjo un levantamiento de las tribus de indios pilagás. Las mismas noticias aseguran que tropas de la Gendarmería Nacional intervinieron inmediatamente para restablecer el orden. Se tiene conocimiento que están listos para partir hasta Las Lomitas, en caso necesario, efectivos del ejército destacados en la guarnición local".
"Mención aparte de este levantamiento, el indio jamás cometió atropellos ni desmanes. Recuerdo que en el Casino teníamos dos de ellos, menores, que hacían las veces de "secretarios" como decimos en el Norte. No se los persiguió ni maltrató, dándoseles contrariamente trabajos en casas de familia y adquiriéndoseles sus artesanías".(Comandante Mayor (R) Teófilo Ramón Cruz, ob. cit.).

Indemnización

¿Cómo se solicitó la distribución de los montos que resulten por indemnización?
a) Con un ochenta por ciento (80%) del total neto que, en su caso, se condene al Estado Nacional, se solicitó que se conforme un fideicomiso que sea administrado únicamente por los argentinos de etnia Pilagá ("Pitte'laalé'ec"), con el asesoramiento técnico, jurídico y auditoría, de personas y organizaciones de prestigio nacional e internacional que el Señor Juez Federal deberá designar.

b) En solidaridad con los indígenas de las etnias Wichí y Tobas que viven en la provincia de Formosa, que con un veinte por ciento (20%), del total neto que en su caso, se condene al Estado nacional, se deberá conformar un fideicomiso que sea administrado, únicamente, por los argentinos de dichas etnias en esta provincia de Formosa, con el asesoramiento técnico, jurídico y auditoría, de las personas y organizaciones de prestigio nacional e internacional, que el Señor Juez Federal se sirva designar.

Bibliografía y fuentes
Cerdá Castillo, Juan Manuel.1942. Como vi a los indios chaqueños. Folleto.
Dirección de Información Parlamentaria.1986. Tratamiento de la cuestión indígena. Estudios e Investigaciones Nº 2. Buenos Aires, 1985.
Beck, Hugo H. 1994 "Las relaciones entre blancos e indios en los Territorios Nacionales de Chaco y Formosa. 1885-1950", Cuaderno de Geohistoria Regional Nº29. Resistencia, IIGHI. 1980. "El problema indígena (1879-1880). Proyectos sobre su destino". En Academia Nacional de la Historia. Congreso Nacional de Historia sobre la Conquista del desierto. Buenos Aires, T. III (págs. 323-337).
Levaggi, Abelardo.1990 "Tratamiento legal y jurisprudencial del aborigen", en Abelardo Levaggi (coord.), El aborigen y el derecho en el pasado y el presente. Buenos Aires, Universidad del Museo Social Argentino.
Lois, Carla y Troncoso, Claudia.1998 "Integración y desintegración indígena en el Chaco: los debates en la Sociedad Geográfica Argentina (1881-1890)", Primer Congreso Virtual de Antropología y Arqueología. Buenos Aires. Ponencia 1.16.
Informe de la Defensoría del Pueblo de la Nación Argentina sobre la situación Indígena, 2.004, Buenos Aires. Argentina.
Patricia Vuoto y Pablo S. Wright. "Crónicas del Dios Luciano", Universidad de Buenos Aires, 1989.
Lugo, Emilio Ramón. "Introducción Histórica a la Provincia de Formosa", Ed. Gualamba.
Magrassi, Guillermo E."Los Aborígenes de la Argentina", Ed. Búsqueda-Yuchán, Bs.As., 1987.
Martínez Sarasola, Carlos. "Nuestros paisanos los indios", Ed. Emecé, Bs.As., 1.992.
Diarios La Nación; La Prensa; La Razón y Crítica de Buenos Aires octubre/noviembre de 1.947.
Cirilo R. Sbardella y José Brunstein:"Las dos caras de la tragedia de Fortín Yunka" en "Hacia una nueva carta étnica del Gran Chaco". Informe de avance 90/91, PID CONICET Nº 444/88


Fuente: www.indigenas.bioetica.org

http://www.youtube.com/watch?v=WIk3IVPg_BU&feature=player_embedded#

Matanza Rincón Bomba

http://www.youtube.com/watch#!v=FpDROerk03g&feature=related

UNA VISITA A LA COMUNIDAD PILAGA CAMPO DEL CIELO

http://www.youtube.com/watch#!v=TC4JpCmufI4&feature=related

CONGRESOS DE LENGUA GUARANI

El ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI
Invita al
DECIMOPRIMER CONGRESO NACIONAL DE LENGUA Y CULTURA GUARANI
y


OCTAVO CONGRESO “LA LENGUA Y CULTURA GUARANI EN EL MERCOSUR”


LOCAL: SEDE CENTRAL DEL ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI

(CIUDAD DE FERNANDO DE LA MORA)

SÁBADO 17 Y DOMINGO 18 DE ABRIL 2010

Horario: 07:00 a 16:00 horas.

Costo: 40.000 (Con certificado por 40 horas y materiales didácticos)

Informes e inscripciones

ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI – Tel: (021) 520.276; o el día del Congreso en el local del mismo.

Correo Electrónico: ateneoguarani@tigo.com.py





miércoles, 24 de marzo de 2010

El otro bicentenario. - Memoria de la masacre de Napalpi

El otro bicentenario.

Día de la Memoria por la Justicia y la verdad… de quienes?

Memoria de la masacre de Napalpi (el terror del estado y la ayuda privada)‏

Una masacre que lleva 86 años de memoria prohibida
Por Darío Aranda [2004] darioaranda@yahoo.com.ar
En 1924 asesinaron a 200 aborígenes de Napalpí, Chaco. Reclamaban por sus salarios. A los descendientes ni siquiera les permiten recordar el hecho en un acto en las escuelas.
El cacique José reclama una reparación histórica.
Cuando se cumplen 80 años de la matanza de 200 tobas y mocovíes, en Napalpí, Chaco, un cacique reclama una reparación histórica que, desde hace décadas, es incumplida: un cartel que indique que allí tuvo lugar la masacre ordenada por el gobernador chaqueño, Fernando Centeno. El 19 de julio de 1924, a la mañana, la policía rodeó la Reducción Aborigen de Napalpí, de población toba y mocoví, y durante 45 minutos no dejaron descansar los fusiles. No perdonaron a ancianos, mujeres ni niños.
Asesinaron a todos y, como trofeos de guerra, cortaron orejas, testículos y penes, que luego fueron exhibidos como muestra de patriotismo en la localidad cercana de Quitilipi. Los asesinados fueron más de 200 aborígenes que reclamaban una paga justa para cosechar el algodón de los grandes terratenientes. Para justificar la matanza, la versión oficial esgrimió una "sublevación indígena". A 80 años de la masacre, no habrá actos oficiales, pero los pobladores originarios la recordarán en cada comunidad.
En 1895, la superficie sembrada de algodón en el Chaco era de sólo 100 hectáreas. Pero el precio internacional ascendía y los campos del norte comenzaron a inundarse de capullos blancos donde trabajaban jornadas eternas miles de hombres de piel oscura. En 1923, los sembradíos chaqueños de algodón ya alcanzaban las 50 mil hectáreas. Pero también debían multiplicarse los brazos que recojan el "oro blanco".

El 12 de octubre de 1922, el radical Marcelo T. de Alvear había reemplazado en la presidencia a Hipólito Yrigoyen y el Territorio Nacional del Chaco ya se perfilaba como el primer productor nacional de algodón. Pero en julio de 1924 los pobladores originarios toba y mocoví de la Reducción Aborigen de Napalpí –a 120 kilómetros de Resistencia– se declararon en huelga: denunciaban los maltratos y la explotación de los terratenientes. Los ingenios de Salta y Jujuy ofrecieron mejor paga. Hacia allá intentaron ir los pobladores, pero el gobernador Centeno prohibió a los indígenas abandonar el Chaco. Los pobladores de Napalpí decidieron resistir. El 18 de julio, y con la excusa de un supuesto malón indígena, Fernando Centeno dio la orden.
A la mañana del 19 de julio, 130 policías y algunos civiles partieron desde la localidad de Quitilipi hasta Napalpí. Después de 45 minutos de disparar los Winchester y Mauser a todo lo que se movía, sólo quedó el silencio y la humareda de los fusiles. Los heridos –fueran hombres, mujeres y niños fueron asesinados a machetazos. El periódico Heraldo del Norte recordó el hecho a finales de la década del ’20: "Como a las nueve, y sin que los inocentes indígenas realizaran un solo disparo, hicieron repetidas descargas cerradas y enseguida, en medio del pánico de los indios (más mujeres y niños que hombres), atacaron. Se produjo entonces la más cobarde y feroz carnicería, degollando a los heridos sin respetar sexo ni edad".

El 29 de agosto –cuarenta días después de la matanza–, el ex director de la Reducción de Napalpí, Enrique Lynch Arribálzaga, escribió una carta que fue leída en el Congreso nacional: "La matanza de indígenas por la policía del Chaco continúa en Napalpí y sus alrededores; parece que los criminales se hubieran propuesto eliminar a todos los que se hallaron presentes en la carnicería del 19 de julio, para que no puedan servir de testigos si viene la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados".

El libro Memorias del Gran Chaco, de la historiadora Mercedes Silva, confirma el hecho y cuenta que el mocoví Pedro Maidana, uno de los líderes de la huelga, corrió esa suerte. "Se lo mató en forma salvaje y se le extirparon los testículos y una oreja para exhibirlos como trofeo de batalla", asegura.
En el libro Napalpí, la herida abierta, el periodista Vidal Mario detalla: "El ataque terminó en una matanza, en la más horrenda masacre que recuerda la historia de las culturas indígenas en el presente siglo. Los atacantes sólo cesaron de disparar cuando advirtieron que en los toldos no quedaba un indio que no estuviera muerto o herido. Los heridos fueron degollados, algunos colgados. Entre hombres, mujeres y niños fueron muertos alrededor de doscientos aborígenes y algunos campesinos blancos que también se habían plegado al movimiento huelguista".

Un reciente microprograma de la Red de Comunicación Indígena destaca: "Se dispararon más de 5 mil tiros y la orgía de sangre incluyó la extracción de testículos, penes y orejas de los muertos, esos tristes trofeos fueron exhibidos en la comisaría de Quitilipi. Algunos muertos fueron enterrados en fosas comunes, otros fueron quemados". En el mismo audio, el cacique toba Esteban Moreno contó la historia que es transmitida de generación en generación. "En las tolderías aparecieron soldados y un avión que ametrallaba. Los mataron porque se negaban a cosechar. Nos dimos cuenta de que fue una matanza porque sólo murieron aborígenes, tobas y mocovíes, no hay soldados heridos, no fue lucha, fue masacre, fue matanza, por eso ahora ese lugar se llama Colonia La Matanza."
La Reducción de Napalpí – palabra toba que significa lugar de los muertos – había sido fundada en 1911, en el corazón del Territorio Nacional del Chaco. Las primeras familias que se instalaron eran de las etnias Pilagá, Abipón, Toba, Charrúa y Mocoví. El corresponsal del diario La Razón, Federico Gutiérrez, escribió en julio de 1924: "Muchas hectáreas de tierra en flor están en poder de los pobres indios; quitarles esas tierras es la ilusión que muchos desean en secreto".
A ochenta años de la masacre, el lugar está sólo habitado por una familia que dice escuchar los lamentos de las víctimas cuando cambia el viento. El cacique Alfredo José dijo a Télam que reclama una reparación histórica. Su antecesor, Angel Nicola, recordó con amargura las promesas incumplidas de autoridades y legisladores. Reclaman que se coloque un cartel que indique que allí, en Napalpí, ocurrió la matanza. José impulsó una ceremonia en la escuela de Colonia Aborigen, pero no prosperó porque el tema no figura en los programas de estudios de los descendientes de los masacrados. Una frustración más: los carteles oficiales de la Ruta Nacional 16 ubican a Napalpí en otra parte, como otra muestra del olvido y ocultamiento.
Fuente: www.argentina.indymedia.org, 2004

Memoria de la masacre de Napalpi (el terror del estado y la ayuda privada)‏
Por Encuentro de la Resistencia - Tuesday, Jul. 21, 2009 at 4:02 AM
encuentrodelaresistencia@yahoo.com.ar

El otro bicentenario
catedraamericanista@filo.uba.ar

El 19 de Julio de 1924 se produjo la masacre indígena de Napalpí, un hecho histórico sangriento que la historiografía a tradicional ha ignorado, y que se inserta en la dramática vida de las naciones indígenas que sufrieron diversas formas opresivas y discriminatorias.
La masacre ocurrida en el entonces territorio nacional del Chaco fue un ejemplo de cómo la opresión indígena jugaba en aquellos años un rol en la acumulación capitalista mediante la utilización de mano de obra barata en el trabajo agrario del norte argentino.

Tropas de la gendarmería y de la policía, con el apoyo de grupos privados, atacaron el 'campamento sagrado' de El Aguará, donde casi un millar de tobas, mocovíes y campesinos blancos originarios de corrientes, se habían refugiado como respuesta a la tensa situación social que acarreaba la explotación de los hacendados locales.
El ataque terminó con una matanza, una masacre brutal.
Ese trágico 19 de Julio de 1924, unos 130 hombres armados entre la policía y gendarmería, atacaron El Aguará sin encontrar resistencia. Según los diarios de la época, y las denuncias formuladas por los diputados socialistas en la cámara de Diputados de la Nación, los atacantes sólo cesaron de disparar cuando 'advirtieron que en los toldos no quedaba un indio que no estuviera muerto o herido'. Los heridos fueron degollados, los esfínteres de algunos de ellos fueron colgados en palos. Entre hombres, mujeres y niños, se calculan doscientos muertos aborígenes y algunos campesinos blancos.
La 'masacre de Napalpí' ha sufrido el silencio a lo largo de los años y muy pocos investigadores, antropólogos y personas dedicadas al estudio de la historia indígena, le han prestado atención. Entre los investigadores que han profundizado en la cuestión figura José Picciuolo Valls. La ideología que fundamentó y motivó la resistencia fue claramente social-religiosa, y, sobre todo, mesiánica, tocándoles a los chamanes tobas reelaborar el corpus mítico de su cultura y adaptarlo a la situación colonial que vivían, proyectando sus alcances no sólo dentro de su nación, sino sobre otros núcleos étnicos no indígenas. La nación toba -cuya cultura era periférica del imperio incásico -, a partir del siglo XVII, gracias a la adopción del caballo, comenzó a expandirse sobre otras étnicas del Chaco, rechazando a los europeos. Esa supremacía decayó en el siglo XIX con el avance blanco, que derrotó militarmente a los tobas redistribuyéndolos en 'reservas aborígenes', y arrebatándoles las tierras.
La explotación de la mano de obra indígena, la discriminació n racial, la violencia contra los tobas y otras naciones indígenas, el continuo apoderamiento ilegal de las tierras por parte de los hacendados blancos, motivó el levantamiento político-religioso toba, que enfrentó a los dominadores mediante la resistencia pasiva.
La razón de la matanza y de la posterior represión, encontró fundamento en el hecho de que los aborígenes dejaron de trabajar la tierra para los hacendados chaqueños y generaron una economía propia de subsistencia.
El ejemplo de los tobas podría extenderse a todo el norte argentino, movilizando por sus jefes políticos-religiosos -los chamanes - y por una fuerte mítica escatológica basada en un renacimiento de las tradiciones morales y religiosas indígenas.
El entonces gobernador Centeno, alentado por los hacendados, ordenó la represión de los indefensos aborígenes que, hay que destacarlo, estaban ejerciendo su resistencia en forma pacífica y en ningún momento recurrieron a las armas. Lo curioso de la terrible tragedia es que, después de producida, el silencio más absoluto la ocultó por décadas, a pesar de las denuncias parlamentarias que, muy pronto, también se acallaron.
Lugareños del El Aguará memoran los dramáticos hechos de 1924:

'Desde un aeroplano atacaron a la población'.
Buscando localizar el lugar de los dramáticos hechos que desencadenaron la masacre indígena de 1924, penetramos en El Aguará bajo un sol abrasador y por caminos de tierra, algunos muy estrechos.
Las dos versiones que logramos difieren en la interpretació n: los dichos que corresponden a descendientes indígenas, los de los criollos. En los primeros se mantiene inalterable el relato que fueron reconstruyendo historiadores, antropólogos e investigadores, sobre el martirio de esos hombres, mujeres, niños y ancianos inmolados por el odio y el miedo de quienes los atacaron brutalmente. En cambio, la visión criolla repite el relato colonizado - como diría Franz Fanon -, en donde los aborígenes debieron ser reprimidos porque estaban 'levantados' o pensaban atacar a los centros poblados, cosa que nunca existió ya que se habían internado en las entrañas de El Aguará rodeado de su mística político-religiosa y, conviene recalcar, se trató de un levantamiento pacífico, no violento, y ese carácter adquiere verosimilitud si se tiene en cuenta que durante los hechos sangrientos no cayó ningún blanco de los que formaban parte del grupo agresor, y tampoco hay registros de ataques indígenas a zonas pobladas, urbanas o semiurbanizadas en la época.
Recién cuando localizamos el lugar donde se habrían producido los sucesos, ubicado en el límite entre El Agruará y Napalpí, pudimos establecer que se puede llegar a la zona (fue el camino de regreso) por la ruta 16, hasta el kilómetro -aproximadamente- número 147, y allí doblar a la izquierda por uno de los caminos de tierra y luego de avanzar otros cinco kilómetros se llega a las chacras de los hermanos Angel y Agriano Verdán, actualmente un algodonal, donde se desencadenaron los sucesos.
Otro dato interesante recogido de testimonios de habitantes de El Aguará - hoy una enorme reserva indígena que a pesar de la pobreza cuenta dos escuelitas -, es la permanencia en la conciencia popular de los mitos escatológicos animistas vinculados algunos de ellos con la masacre que nos ocupa.
Pero lo que no fue un mito, sino una cruel realidad es lo que nos relató una mujer y luego nos confirmo otro testimonio.
Durante la represión contra los indígenas, además de las fuerzas militarizadas armadas de fusiles mauser y otros elementos bélicos de la época, fue utilizada una avioneta de reconocimiento, elemento éste con lo que se trató de amedrentar a los rebeldes indefensos y evitar cualquier resistencia. Ahora pudimos confirmar la utilización de esa avioneta o planeador sobre la que tuvimos noticias a través del investigador Picciuolo Vals que estudió los hechos de Napalpí hace ya varios años. Hay, con todo, un agregado, confirmado ahora por los testimonios de los habitantes de la zona, de origen indígena o criollos: desde el aeroplano mediante la utilización de alguna sustancia química o de otra clase, se incendió la toldería donde habitaban los rebeldes.
Para tener una idea que nos ubique ante los hechos, según las reconstrucciones históricas, el levantamiento toba-mocoví, tuvo una gran presencia milenarista y religiosa. Según las costumbres autóctonas, el templo o templete para el culto religioso se construía fuera del lugar donde se instalaban las viviendas indígenas. El ataque se habría producido cuando éstos retornaban a su hogar en las primeras horas de la mañana, luego de un oficio religioso.
Según el antropólogo Picciuolo Vals, en el templete, levantado sobre una altura, y que consistía en una rústica casita, se 'aparecía' el Dios indígena, o los dioses, que tomaban contacto con su pueblo para fortalecerlos espiritual y materialmente. Era una relación directa sin mediación chamánica, aunque estos jefes político-religiosos fueron guía del movimiento.

Testimonios recogidos en la reserva de El Aguará nos destacaron que cuando la 'seca' llega a su fin y se produce una gran tormenta con sus fuertes lluvias, ante de los precipitaciones los indígenas dicen escuchar los 'tambores' que ejecutaban los antiguos lugareños masacrados.
Mito, leyenda, animismo, los testimonios permiten advertir la persistencia del pensamiento mágico y ritual propio de la cultura nativa y parte de su especificidad moral y espiritual, elemento indispensable para sortear durante siglos la opresión blanca, el racismo, el olvido, la discriminación e, incluso, junto al exterminio el proceso intenso de transculturización cristiana blanca.
En El Aguará pudimos advertir la inexistencia de iglesias católicas, salvo la presencia de jóvenes misioneros católicos procedentes de Formosa, que en número de diez recorrían la zona. En cambio, hay templos de la Iglesia de Dios, una confesión sectante, cuestionada tanto por católicos como por las iglesias protestantes históricas. Es muy posible, que ese culto sin imágenes religiosas permita a los aborígenes de El Aguará una práctica sincrética, sin adjurar de sus propias creencias y concepciones.
Recorrido El Aguará nos fuimos acercando tras un viaje donde debíamos descorrer algunos caminos hasta encontrar el lugar que nos interesaba: las chacras de Angel y Agriano Verdán.
Fue allí, según el testimonio de los pobladores, aborígenes o criollos, donde se produjeron los hechos de violencia. Precisamente en la chacra de Agriano Verdán. Sobre un sembradío de algodón se levantaban las tolderías de los rebeldes y allí cerca, sobre una altura que ya no existe porque fue desmontada, se alzaba el templete religioso. Según nos dijo Angel Verdán bajo la altura habían existido dos pistas de bailes indígenas, tal vez para bailes rituales o como parte de la vida comunitaria y social. Angel Verdán nos relató que en los últimos años han encontrado en la zona, durante la siembra o en las cosechas, bajo tierra, trozos de platos u otros utensilios que habrían pertenecido a los infortunados indígenas asesinados. Nos expresó también que en la cercanía, a la que no llegamos, había una fosa común donde se tiraron los restos humanos después de la masacre. Nos preguntamos por qué no existe allí un monolito, una placa, un señalamiento que recordara a los inmolados. Tal forma de recordación no forma parte de las costumbres indígenas que recurren a la transmisión oral de sus símbolos y creencias, pero sería obligación moral de las autoridades, partidos políticos, sindicalistas, organizaciones religiosas y culturales, hacer un señalamiento para que no se borre de la conciencia popular argentina un suceso que se emparenta en otra época y con distintos actores a la masacre de Margarita Belén. Porque somos los blancos los que estamos en deuda con aquellos que sufrieron el calvario a los que se refiere Santiago (V.1) cuando recuerda los que 'han condenado a los justos y ellos no se resistían'.
Incomprensión blanca del levantamiento
La tragedia indígena de Napalpí tuvo aspectos particulares que corresponde analizar a la luz de esos hechos dramáticos.
No sólo alcanzó la incomprensión a los hacendados chaqueños que motorizaron la matanza, sino a sectores ubicados en el campo progresista y vinculados al movimiento obrero de la época.
En Sáenz Peña y otras ciudades y pueblos chaqueños tenían cierta influencia en aquellos años el Partido Socialista y núcleos de ideologías libertarias y anarquistas. Sin embargo, estos sectores, ganados por concepciones eurocentristas no apoyaron en un primer momento ni comprendieron el significado del levantamiento pacífico indígena, principalmente toba.
La razón puede encontrársela en la concepción agnóstica de esas fuerzas políticas, ajenas a las ideas religiosas, incluidas las indígenas. La fuerte motivación religiosa-animista de aquella resistencia toba que llegó a extenderse a sectores mocovíes, la acción de los chamanes -jefes religiosos y políticos- y el renacimiento nacional indígena, abortado por la masacre hizo que socialistas y anarquistas no tomaran una participación directa en la lucha, que, por otra parte, no comprendían. Otro tanto ocurrió con el incipiente movimiento obrero chaqueño.
Sin embargo, hubo un aliado indígena, algunos comerciantes de origen árabe que actuaban en la venta de productos, tanto a blancos como a indígenas. Tal vez su no adscripción al pensamiento eurocentrista y racionalista tradicional, hizo que aquellos inmigrantes árabes entendieran el significado político, social y religioso del levantamiento toba-mocoví. Cuando la violencia se desató sobre los indefensos indígenas cobrando sus vidas, recién allí fue cuando el Partido Socialista, intelectuales y sindicalistas libertarios advirtieron el error anterior y se movilizaron a favor de esos sectores irredentos. En la Cámara de Diputados de la Nación, diputados socialistas como Antonio De Tomaso y Mario Bravo denunciaron el genocidio indígena y reclamaron al gobierno nacional del presidente radical Marcelo Torcuato de Alvear, para que detuviera nuevas masacres.

domingo, 21 de marzo de 2010

Como dijo Recabarren, “nada que celebrar”,

ME CAGO EN EL BICENTENARIO. ¿QUÉ ES LO QUE SE CELEBRA?

Compañeros y compañeras: hagamos votos, y a la vez aportemos grandes esfuerzos, para que el segundo - siglo de vida de esta república sea una era sin interrupción, de verdaderos progresos morales que eleven grado a grado el valor y la dignidad de los seres que formamos esta comunidad hasta llegar a un estado tal de perfección donde haya desaparecido todo vestigio de inmoralidad, todo sedimento de injusticias, y sin dolorosas transiciones lleguemos a vivir en un verdadero y completo estado de felicidad y amor. La felicidad reinará donde no haya injusticias. El amor reinará donde no haya desigualdades. Los imposibles se rinden ante el poder de la ciencia humana y ante el querer de la moral verdadera. (Luis Emilio Recabarren, Rengo 3 de septiembre de 1910).

Me voy a referir desde un punto de vista crítico con respecto a las celebraciones que se están imponiendo por todo el país con motivo de la conmemoración del llamado Bicentenario. Como antecedentes retomo lo que dijo Luis Emilio Recabarren cuando le tocó vivir el primer centenario de Chile y apeló en ese entonces a su lebre frase nada que celebrar, sobre todo por las desigualdades que se mantenían y que, aún más, habían aumentado en el país con relación a las décadas anteriores y por reflexionar de manera experta sobre quienes habían sido los beneficiados con dicho acto emancipatorio.

El segundo antecedente al que voy a hacer referencia es un poco más sarcástico y claramente más soéz, y fue planteado por el artista plástico Antonio Kadima cuando en 1990 se desnudó en el Cerro Santa Lucía en Santiago con motivo de la celebración de un año más del Descubrimiento de América. En 1992 el mismo Kadima volvió a repetir el eslogan esta vez haciendo un afiche en que incorporaba la leyenda en la parte inferior de una imagen del cacique mapuche Lloncón. A lo que apuntaba Kadima era a construir en ese entonces una mirada crítica acerca de la conmemoración del llamado V Centenario que hacía referencia a la llegada de los europeos a las Américas, representado en el viaje de Cristóbal Colón, el descubrimiento” y la institución del Día de la Raza”, el Encuentro de Dos Mundos” y otras cosas por el estilo. Con un eslogan directo y sin ambigüedades, se coronaron las demandas indígenas bajo el lema Me Cago en el V Centenario, aludiendo a lo difícil que era para los pueblos originarios no lo recordar tamaña fecha, sino además el ver como las celebraciones de los otros eran claramente una afrenta para ellos y sus antepasados.

Tal como el V Centenario, los Bicentenarios también deben ser para cagarse encima, sobre todo considerando que en la mayoría de los países americanos fueron en definitiva los nacientes estados nacionales los que han terminado por subyugar hasta la actualidad a las poblaciones originarias.

No pretendo ser neutral, ni equilibrar mis palabras con lo bueno y lo malo. Lo malo es lo que ha sido silenciado por la revolución silenciosa de los oligarcas chilenos protegidos en sus partidos políticos y en reglas que los benefician como empresarios y como dirigentes del país. Ellos ya hacen suficiente por hacerse propaganda y vociferar en todos los estilos lo bueno que está Chile en la actualidad. Son ellos los que destacan las virtudes del Bicentenario y los que están gastando millones de lares en conmemorar algo que los ensalza y que recuerda lo bien posicionados que están ante muchedumbres que tienen hambre, que viven sin derecho a educación formal y que transitan por rdidos conventillos más parecidos a cárceles que a viviendas dignas. Por eso nada de bueno se verá en estas palabras.

En virtud de lo anterior intentaré responder a esa interrogante, entendiendo que es una pregunta capciosa y de la cual ni siquiera comparto sus más nimos puntos, ya que mi posición, al igual que Recabarren, es que nada hay que celebrar y que estoy dispuesto, bajo buenos argumentos, a vomitar y hasta cagarme en el famoso bicentenario. Como dice Recabarren:

Nosotros, que desde hace tiempo ya estamos convencidos que nada tenemos que ver con esta fecha que se llama el aniversario de la independencia nacional, creemos necesario indicar al pueblo el verdadero significado de esta fecha, que en nuestro concepto lo tienen razón de conmemorarla los burgueses, porque ellos, sublevados en 1810 contra la corona de España, conquistaron esta patria para gozarla ellos y para aprovecharse de todas las ventajas que la independencia les proporcionaba; pero el pueblo, la clase trabajadora, que siempre ha vivido en la miseria, nada, pero absolutamente nada gana ni ha ganado con la independencia de este suelo de la dominación española.

Antecedentes contradictorios

No es lo una moda. El bicentenario viene a recordar un momento específico en la historia de nuestro país, el de su invención, hace unos doscientos años. Tal como lo plantea Benedict Anderson y en nuestro país Mario ngora, Chile no existía antes de la llegada de los españoles. Chile se va creando en la medida que van pasando los años y que actos fundacionales y heroicos lo van conformando. Un ejemplo de ello es cuando Manuel Rodríguez dice afanosamente Aún tenemos patria ciudadanos, no obstante lo que el quiere decir es aun tenemos la posibilidad de hacer un país que se llama Chile”. Se entiende que para ese entonces la patria está recién en construcción y no en vano Rodríguez es considerado uno de los Padres de la Patria”.

Lo mismo se puede decir del más expcito nombre que le da Camilo Henríquez a su pasquín, la Aurora de Chile, entendiendo el buen prelado que lo que él está acompañando es el nacimiento de una nación. Desde este punto de vista lo que estaríamos celebrando sería entonces el nacimiento de Chile y por lo tanto tendrían cierta razón las festividades que se están programando para el 2010. Pero lo que aparece contradictorio es que si Chile no exisa en ese entonces, tampoco exisan los Chilenos. La pregunta es entonces ¿Quiénes son y de donde provienen aquellos que inventaron Chile? ¿Tienen alguna relación con aquellos que hoy están en el poder y gobernando? ¿Tenían alguna relación con los que gobernaban antes el territorio? ¿Los excluidos de aquellos tiempos han tenido participación hasta ahora en la construcción nacional? Y si, por último, concordáramos con el hecho de que Chile efectivamente nace en 1810, a la luz de los años, ¿es algo que deba ser celebrado? Tal cual como en el caso de México y otros países como Brasil, Perú, Argentina, los que quedaron gobernando fueron los mismos hijos y nietos de los conquistadores, siendo excluidos los demasiado mestizos, los afrodescendientes y por su puesto los indígenas, de toda posibilidad de gobernar y administrar sus propios destinos.

Insisto, si no exisa Chile, tampoco claramente exisan los chilenos. La creencia popular, divulgada por los Estados y los Historiadores, es que si bien las naciones como Chile no se habían constituido como tal, exisan los Chilenos. Cosa rara, ya que todas las disposiciones legales indican que para existir un chileno debe existir primero Chile. Aspectos legales que por lo demás no dejan de ser propagandistas del chovinismo nacionalista disfrazado de verdad que pretendo criticar con estas palabras: algunos ejemplos son claros al respecto. La Ley 19.253 dice que los indígenas (mapuches, collas, aymaras, diaguitas, kawesqar, likan antay, yaganes, rapanui, quechua) eran los antiguos habitantes de Chile antes de que llegaran los españoles. Lo cual nuevamente me parece a lo menos discutible, ya que Chile no exisa en esa época y menos con las dimensiones y límites que tiene actualmente.

Otro ejemplo tiene que ver con las etapas históricas que se han prediseñado a posteriori para inventar esta historia patria. Se habla en ese sentido que Chile fue Descubierto, por un señor analfabeto llamado Diego de Almagro. Se supone que era civilizado, pero hablaba mal el castellano, no sabía leer ni escribir y lo más civilizado que tenía era su espada, su armadura y su religión que lo obligaba a matar a los bárbaros. Lo otro civilizado era su deseo de lucro y la búsqueda incansable de oro, riquezas y honores. Todas cuestiones muy civilizadas. Lo mismo sucede con la siguiente etapa, la Conquista de Chile. Etapa heroica para algunos, con matices de grandes hazañas todas contadas por el insigne Alonso de Ercilla en su Araucana y que hicieron que Pedro de Valdivia (este si que era muy civilizado) se haya conseguido un lugar en la historia como uno de los conquistadores más importantes de las Américas. Quizás al igual que Ercilla, más destacado por sus escritos bienintencionadamente mentirosos, que por sus acciones guerreras. Valdivia debió sufrir la destrucción de Santiago (en ese entonces no más que una cuantas casas) y termi por perder la cabeza luego de varias derrotas en el sur del país, ante los bárbaros e incivilizados araucanos. El héroe de Flandes y protegido del Rey de España terminaría angustiado, arrodillado, ofreciendo su reino por un caballo, intentando salvar su vida. Lo mismo le sucedería después a Martín García ez de Loyola en la ya conocida Victoria de Curalaba, por algo llamada desastre por españoles y chilenos.

Bueno, volviendo a nuestro punto, creo que hay evidentes y malintencionadas contradicciones en estas historias, lo que en verdad no sería para nada condenable, ya que la Historia como todos los relatos, como todos los mitos, apuntan más que nada a la construcción de una realidad, a la justificación simlica de los órdenes establecidos y a la necesidad de inculcar en muchas personas esas mismas ideas, bajo el amparo de su enseñanza y de la repetición constante de las indicaciones morales de héroes que se sacrificaron y construyeron, en este caso, la nación. Eso son los mitos, no en el sentido de falsedad, sino de relato orientador de una colectividad. Lo que me interesa no es cuestionar que algunos chilenos construyan sus mitos para justificar su situación, sino más bien, al igual que con la lectura y el análisis mítico, pretendo conocer a qué apuntan y que quieren decir los mensajes, sus aseveraciones y sus contradicciones.

En primer lugar estamos frente a la celebración del Bicentenario de un lugar que existía desde bastantes siglos antes. Desde este punto de vista no se debe celebrar el Bicentenario y menos en esa fecha. Lo que estamos celebrando es el No cuanto Centenario” de una país imaginado, con límites imaginarios que no son más que la proyección de los actuales límites a tiempos pretéritos. Chile tiene doscientos años, y sin embargo fue descubierto y conquistado hace más de 400. Esta antigüedad relativa se apoya en el hecho de que al parecer exisan los chilenos: los aborígenes, que sin embargo nunca se representaron el pertenecer a un país llamado Chile. Otra contradicción, que se reafirma todavía en la actualidad cuando muchos de sus descendientes mantienen esa misma ocurrencia: algunos aymaras se creen más bolivianos (o por lo menos lo parecen), los Rapa Nui se sienten polinésicos y nos dicen Conti (Continentales) y varios mapuche que conozco me preguntan cuando llego a sus tierras ¿Cómo está Chile? Y eso en el año 2007, a breve tiempo de la conmemoración del Bicentenario.

No está más decir que en los tres casos (y esto es extensible a la mayor parte del territorio chileno actual) ellos deberían haber celebrado recién su centenario en 1981 (los Aymara, Quechas, Coyas y Likan Antay); en 1983 (los mapuche) y en 1988 (los rapa nui), pues fue en esas fechas cuando se celebran los centenarios del tiempo en que sus territorios quedaron definitivamente anexados a la república Chilena, luego que esta se expandiera e invadiera propiedad ajena, robando y matando a sus ocupantes.

Por lo tanto, si se debe celebrar el Bicentenario es de un pequeño territorio que va desde el sur de Copia hasta el norte del río Bío-Bío. Lo que es aún más contradictorio si se piensa que por lo menos en el caso de los mapuche, se invadió un territorio que se consideraba propio y que en definitiva estaba poblado por chilenos, como algunos acostumbran a decir, por los primeros y más chilenos de todos. Y sin embargo, eso no fue obstáculo para que otros chilenos con más dineros y descendientes de los españoles y de otros europeos, orquestaran una campaña racista y discriminatoria que concluiría con la ocupación ilegal e ilegítima de sus tierras. Si eran chilenos, ¿por q no se les respetaron sus derechos de propiedad?, ¿por qué se los invadió en una campaña de guerra descarada y descarnada, desequilibrada y atroz? Y fue a como se constituyó definitivamente el territorio y se consoli la nación. Es eso lo que se quiere celebrar hoy día, la matanza indiscriminada de indígenas en beneficio de la expansión de los terratenientes santiaguinos y penquistas, de los hacendados de Tierra del Fuego, de las empresas mineras en el norte.

Otra nea de reflexión nos debería llevar al ya conocido nada que celebrar. Efectivamente los que están celebrando son aquellos que han mantenido prerrogativas de poder y sus privilegios a lo largo de los años. En ese sentido mejor podríamos decir que los chilenos son los descendientes de los españoles que violaron y mataron a los indígenas y que se quedaron administrando y ampliaron el territorio una vez que el rey de España no tuvo la suficiente capacidad para seguir gobernando un lugar tan lejano y tan pobre. ¿Qué vamos a celebrar? La gigantesca desigualdad social que está anclada en los relatos fundadores de nuestra ciudadanía. Celebraremos el chovinismo nacionalista fundado en el racismo y la exclusión social y cultural. Tenemos la segunda bandera más bonita (burda imitación de la estadounidense, pero con menos franjas y menos estrellas); el segundo himno después de los cielos más limpios… las mujeres más bellas… el pisco sour el suspiro limeño, la luna, etc., etc., etc. Como dice Recabarren:

La fecha gloriosa de la emancipación del pueblo no ha sonado aún. Las clases populares viven todavía esclavas, encadenadas en el orden económico, con la cadena del salario, que es su miseria; en el orden político, con la cadena del cohecho, del fraude y la intervención, que anula toda acción, toda expresión popular y en el orden social, con la cadena de su ignorancia y de sus vicios, que le anulan para ser consideradas útiles a la sociedad en que vivimos.

Esas y otros imaginarios, como que somos descendientes de los civilizados europeos y de los heroicos indígenas, pero que ambos desaparecieron y quedaron en nuestra sangre mestiza. Mestiza blanca eso sí. El blanco que por afuera y el indio por dentro, bien escondido, sólo aflorando cuando pasa algo que nos torna irascibles, enojados, descontrolados, un poco bárbaros, cuando se nos sale el indio, el salvaje que llevamos dentro. A esta altura yo prefiero decir que todos llevamos un pequeño blanco y racista dentro y que este florece en nuestros peores momentos, cuando vamos a un país vecino, cuando nos relacionamos con la nana peruana, cuando aparece algún afro descendiente y lo encontramos exótico, caliente, cuando llegan los futbolistas ecuatorianos y les llamamos Monos, cuando nos creemos el cuento del jaguar y de la potencia sudamericana, siendo que tenemos menos gente y menos ingresos per cápita que la ciudad de Sao Paulo en Brasil.

Quizás lo peor del bicentenario es la celebración de este chovinismo nacionalista. Chovinismo que nos obliga a generar antipatías con nuestros vecinos, naturalizando diferencias que han sido alimentadas a lo largo de los años y que nada tienen que ver con las fronteras culturales que son producto de la interacción de los pueblos y no de los deseos hegemónicos centralizados de minorías blancas asentadas en las capitales. Las fronteras actuales inhiben polos de relación que practican miles de personas ubicadas en los límites nacionales y para los cuales los nacionalismos importan bien poco.

En esta época de empresas transnacionales suena añejo este tipo de celebraciones. Cuando la Coca Cola o la Microsoft traspasan hace rato las fronteras. Quizás deberíamos estar celebrando el Bicentenario de la Coca-Cola o los 50 años de la empresa de computación, o de la IBM, o del teléfono o del primer diccionario en inglés o el nacimiento de Adam Smith o de Milton Friedman. En realidad nuestras autoridades usan el Bicentenario para seguir dorando la perdiz de los conciudadanos mientras se esfuerzan por mantener sus prerrogativas a costa de fraudes y de corrupción. Vean lo lo que decía Recabarren en 1910 acerca de estas cosas:

Si la República ha llegado al más alto grado de la corrupción política, ya sea en el campo electoral con el cohecho y el fraude, ya sea en la administración de la cosa pública donde se procede en la forma más mezquina e irregular, es esto todo un motivo más que suficiente para sentirse apesadumbrado de que hayamos llegado a vivir en un ambiente tan dominado por la corrupción y por la falta de una verdadera dignidad. Tan arraigadas considero yo las raíces de la corrupción que no diviso cercano el tiempo en que podamos ver mejorarse esta situación. La clase burguesa no piensa detener esa ola podrida porque es para ella, hasta cierto punto, un gran beneficio.

¡Que actuales suenan estas palabras! Hace cien años la corrupción que se celebra hoy día estaba presente, y en este tiempo esas injusticias y malversaciones aún no han sido desterradas. Y créanme no han sido los pobres los que han orquestado los grandes robos, no son ellos los que reciben sobre sueldos ni los que ganan millones de pesos y tienen decenas de regaas por servir al país. Es más, las condiciones electorales indican que aquél que invierte más dinero en una campaña tiene mayor posibilidad de salir electo. Los partidos políticos son sociedades anónimas de emprendedores que quieren seguir profundizando su manera de ganar dinero apoyados en las reformas político-económicas que los beneficien. Y eso a costa de todo el populacho del país que les trabaja y los mantiene por salarios nimos y sin esperanzas de que la desigualdad vaya cambiando. Y eso en gobiernos democráticos y participativos, en gobiernos no dictatoriales, en gobiernos que se plantean con una agenda social que niega las posibilidades de estudios superiores, que condena a los santiaguinos a caminar y esperar horas en búsqueda del transporte que los lleve a seguir siendo explotados, sin ningún beneficio y ajenos a todas los saldos que tienen los gobernantes.

Conclusiones

Eso es lo que se nos pide que celebremos, que sigamos levantando el espíritu nacional, que nos enfrasquemos en luchas contra nuestros vecinos, que aumentemos el ego chovinista que nos posiciona como el único país civilizado de las Américas, cuando en verdad somos los paladines de las injusticias disfrazadas, de las aberraciones en derechos humanos, de la persecución y el genocidio a los indígenas, de las viviendas indignas, de la educación de mala calidad y de la falta de garanas laborales. Los chilenos deben trabajar y celebrar lo para el 18 de septiembre:

Y si esto es la verdad, ¿qué cosa es lo que celebra el pueblo en este aniversario? Lo que en realidad hace el pueblo en esta fecha, estimulado por la burguesía, es gastar su dinero en torrentes de licor que la misma clase burguesa le vende para guardar el dinero en sus cajas insaciables.

Celebrar la patria que los domina, celebrar a aquellos que no lo se contentan con ganar infinitamente más y vivir vidas de mejor calidad, sino que más encima pretenden que los acompañen en sus jugarretas festivas para seguir alimentando ese nuevo opio del pueblo que son los sentimientos nacionalistas.

Señoras y señores, no tengo nada que celebrar, y es más, propongo que hagamos una campaña en contra del bicentenario, que lo que están gastando promoviendo su alicaída imagen de país democrático lo inviertan efectivamente en convertirnos en un país más justo y con menos desigualdad, en donde la diferencia no sea perseguida, en donde la libertad sea el estandarte por el cual se lucha y no las prerrogativas de los grupos corruptos y gobernantes. Sólo a podremos llegar a un tricentenario esta vez cumpliendo los sueños de Recabarren y de otros, por la existencia de una sociedad chilena mejor. Por todo lo anterior, Me cago en el Bicentenario.