Girala Yampey ha Kunumi
Militantes Guarani – Toikove Guarani
Kunumi - Girala Yampey
UNA LARGA VIDA POR
RECORRER, CON LA POESÍA “JASUKAVY”
Girala Yampey, un paraguayo que hizo patria en Corrientes
Girala Yampey, hijo de padre
libanés y madre paraguaya. Fue adoptado en tierras correntinas hace ya 52 años.
Llegó a los 24 años, echado de su
tierra natal por el gobierno de Morinigo. Al tiempo lo siguieron sus padres y
sus hermanos. Aquí trabajó, sembró y cosechó, formó familia y se dedicó a
escribir. Sabe guaraní y lo habla con entendimiento, desmenuzando las palabras
hasta recalar en su esencia misma.
De paso al habitual café de la
mañana con los amigos, el escritor Girala Yampey llegó hasta El Litoral y dejó
un par de libros, gesto de cuidado en un hombre que a los 87 años, tiene la
delicadeza de una palabra amable y de un momento que sin apuros se extiende
hasta transformarse en una charla, ilustrativa y rica de lo que fue su vida,
con mucha historia en su Paraguay natal y otro tanto en esta provincia en la
que por mutua adopción se afincó hace 52 años.
Girala Yampey, hijo de padre
libanés y madre paraguaya, era gerente del Banco Agrícola en Paraguay, cuando
forzosamente tuvo que exiliarse en la Argentina y la costa correntina fue su
destino final. “Si me tomaban preso me degollaban, el gobierno del dictador
Higinio Morinigo me hizo armar las valijas y mi partida fue triste, como no,
quedaron mis padres, mis hermanos, dejé mis ahorros de trabajo”, dice. El
mariscal Estigarribia, que asumió como presidente de la República con el golpe
de Estado que sucedió a la guerra del Chaco, muere con su esposa al caer el
avión en el cual viajaban. Morinigo, su Ministro de Guerra, sube al poder y el
calvario de muchos alcanza el nombre de Girala y más tarde al de sus familiares
directos.
“Yo era el menor de cuatro
varones y dos mujeres y todos nos reunimos en Corrientes para gozar de algo
privativo en aquella época: la libertad”.
Amigo del escritor Augusto Roa
Bastos y del músico, compositor e intérprete Herminio Giménez, Girala compartió
con ellos tertulias literarias y sus noveles aspiraciones como escritor. “De
estudiante fundé el diario estudiantil Lucha y con la Federación de Estudiantes
Secundarios del Paraguay, otro que se llamó Vanguardia. Después los prohibieron
a pesar de que no eramos contestatarios, pero hablar de democracia y libertad
era suficiente para que te apresen. Roíta, como llamábamos a Roa Bastos,
trabajaba en una casa de cambios en el centro de la ciudad y yo le acercaba mis
escritos para la revista Noticias, un gran hombre, estuvo por acá cuando la
Universidad Nacional del Nordeste le dio el título de Doctor Honoris Causa”.
Girala va acompañando cada historia con una palabra en guaraní que se hace
referencia paralela y a propósito se convierte en otro renglón provechoso.
“La poesía es el jasukavy, la
esencia, el fluído, el resplandor de la creación. Yo no escribo poesía, solo
versos y lo digo porque hay que ser honesto y la poesía es muy alta en su
nivel, me hace sufrir, quedo embobado en su mundo y me pierdo”, añade.
En 1947 Girala se estableció en
la localidad de Chavarría, compró maquinarias agrícolas y se hizo arrocero.
Vendió también relojes, alhajas y seguros. Se casó con Amalia Fadlala, tuvo
tres hijos y de ellos ocho nietos. Le gusta la lectura no metódica sino
anárquica. “Leo filosofía, no para aplicar sino para saber, escribía a máquina
y ahora se acostumbró a la computadora. Menciona su estudio sociológico sobre
el Gaucho Lega como uno de sus obras favoritos. Por años utilizó el seudónimo
Alión, así lo llamaban sus hermanos. Intentó cantar acompañándose con guitarra
en sus tiempos mozos en el Ateneo Paraguayo, pero lo desilusionaron sus propios
amigos. Aquí fundó el Taller Literario “Koeyú” que hasta hoy depende de
Extensión Universitaria de la Unne. La propuesta fue de Juan José Folguerá y en
el libro base están las firmas de Darwy Berti, Jorge Sánchez Aguilar y Elena
Zelada de Fiorio.
Nunca fue periodista pero “toca
de oido”. Algo aprenderá en los almuerzos que comparte con “Los dinosaurios” el
último viernes de cada mes en “El mariscal”.
Girala Yampey fue vice presidente
de la Casa Paraguaya y es socio de la Sociedad Argentina de Escritores. Hizo
versos para su familia y compendió, en un pequeño librito, el ramillete de
árboles ilustres (“Los amigos árboles”) que adornan el paisaje correntino.
Si “uno es artífice de su propio
destino”, Girala escapó en buena hora y en el apuro dejó quizás el peso de la
materia pero trajo un equipaje difícil de igualar. Con aquellas vivencias y
estas otras, el hombre joven se hizo adulto y apeló a sus versos para seguir
hablando desde adentro.
Pasaba por del diario y dejó dos
libros, “Senderos de mi vida”, de Elías Fadlala Roque y “Herminio Giménez,
viento del pueblo”, del formoseño Armando Almada Roche. También dejó esta
historia y ojalá vuelva a pasar, si “Ñande ru” lo permite, porque todavía falta
contar.
Moni Munilla